¿Perder para ganar ?

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¿Perder para ganar ?

¿Perder para ganar?  ¿Será la estrategia más adecuada? Amigo y distinguido lector, el día de hoy te quiero platicar de un hecho inusual sin precedentes, que es capaz de hacer uno de los animales más majestuosos que nos da la naturaleza.

Sí, es impresionante lo que hace esta ave, para conservar su status, su hegemonía, su elegancia, y su nivel de liderazgo, en su propio ambiente, en el mismo ecosistema en el que vive.

Analicemos juntos, la conducta de esta ave maravillosa, para después compararla con un magnate que tuvo que desarrollar una conducta similar, para poder dominar su mercado, y convertirse en uno de los millonarios con más ingresos en su industria.

Pero vayamos primero a la historia de este extraordinario animal. Se sabe que el águila, al llegar a los 40 años de edad, tiene que tomar una difícil decisión, realiza uno de los actos más sorprendentes que se suceden en la naturaleza.

El propio animal, por sí mismo, se arranca el pico y las garras, a punta de golpes, y con un gran dolor, con mucho sufrimiento, los elimina por completo, pico y garras.

Y entonces, solo entonces, no le queda nada más que abrir un compás de espera, hasta que le vuelven a salir garras y pico, para poder alimentarse, y continuar dominando los aires con su elegancia y majestuosidad.

Este proceso, aunque doloroso, le permite vivir 30 años más, llegando a los 70 años, que es la edad promedio que llegan a vivir las águilas, en la naturaleza.

Sufrir en sí mismo, perder piezas vitales, sumergirse en su dolor…, pero solo así, se permite a sí misma, volver a volar tan alto, regresar a surcar los aires, tanto como su capacidad le permita, es lo que revoluciona la vida de esta increíble y singular ave.

Aquí, en este contexto, yo me quiero referir a un santo de nuestros tiempos, San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, que dice, en uno de sus puntos de su famoso libro Camino…, ¿por qué vuelas como ave de corral, si puedes volar como las águilas?

Extraordinario lo que hace el águila, ¿no crees, mi distinguido y amigo lector?  Pero ahora vamos a conocer a un personaje, como pocos.

De niño, su abuelo le enseñó el negocio familiar, de adulto se hizo cargo de la empresa de su padre, y en estos momentos, ya como adulto mayor, es dueño de un emporio de marcas de lujo como Louis Vuitton Möet Henessy, con las cuales pasó a convertirse en el hombre más rico de Europa, y séptimo a nivel mundial, con un gran patrimonio millonario.

Su nombre, Bernard Arnault.  Su primer gran acierto fue, adquirir una textilera en quiebra, Boussac, y hacerse de la famosa casa de modas Dior.  Pero observó a finales de la misma década de los 80s, que tenía que perder para ganar.

Como estrategia financiera, y aprovechando que sus acciones estaban muy bajas, se vio en la necesidad de vender su propia compañía de textiles en 400 millones de dólares.  Tuvo que perder para ganar…

Y, como iba pasando el tiempo, año tras año, fue adquiriendo de nuevo las acciones de su textilera recién vendida, comprando las acciones de una en una, poco a poco, y a base de esfuerzo, dedicación, y un espíritu férreo de querer lograr lo que parecía imposible, volvió a tomar el control total de su, ahora “nueva empresa”.

¿Hasta dónde llegó?  Hasta convertirla en uno de los grupos de artículos de lujo más grandes del mundo.  Tiene Arnault en su portafolio, más de 60 marcas y más de 2,400 tiendas a nivel mundial, que venden sus prestigiadas marcas.

Su éxito empresarial, lo ha llevado a ser galardonado con la Legión de Honor Francesa.  No cabe duda, a veces, para ganar, hay que saber perder.

Como lo hace el águila, como lo hizo Bernard Arnault.  Tú, ¿has sabido perder, para poder ganar?  Piénsalo, quizá es lo que necesitas en este momento, para dar ese gran salto que quieres en tu vida, y convertirte en un ser humano extraordinario y excepcional.

Pero con mucha inteligencia, y pensando muy bien las cosas.  Te deseo suerte, mucha suerte en tus emprendimientos.

Y cómo ves, mi amigo lector, si te platico, el derrotero por donde tuvo que pasar un personaje muy conocido, que a base de tesón, esfuerzo, constancia, deseo de realizar sus sueños, creer en sí mismo, y amar lo que hacía, le permitió forjar una industria, que rebasó toda expectativa.

Walt, desde chico, empezó a repartir periódicos, sin lograr que le pagaran por este trabajo.  Este hecho le fijó una sola idea en su mente, ser su propio jefe.

Él estaba dispuesto a trabajar en lo que más le gustaba, dibujar, porque le fascinaba esta actividad.  Pero su padre, se oponía arguyendo que era casi inmoral ganarse la vida con un lápiz.

Pero Walt Disney, no cedió, y de hecho, tuvo que tomar una decisión muy difícil, que él consideró importantísima, para poder lograr sus sueños, por lo que decidió abandonar su hogar, y buscar fortuna, todavía sin saber a ciencia cierta qué era lo que iba a hacer, pero tomó la decisión, y se mudó.  Quiero aclarar que eso a él le funcionó.  Esto no quiere decir que le va a funcionar a cualquiera.  Cada uno de nosotros es un mundo, y todos los mundos son diferentes…  Pero sigamos.

Es que para llegar a los sueños que tenía, Walt Disney tocó muchas puertas, llegando incluso a creer que podría perder la fe en sí mismo, pero no se rindió, y un buen día, apareció en su vida una empresa llamada Kansas City Film, que le dio una oportunidad, y Walt no la desperdició, destacando como dibujante y animador.

Ya con un sueldo casi mínimo, y trabajo seguro, sintió que lo que debería hacer era ahorrar, aunque fuera poquito cada mes, para poder dar rienda suelta a todo ese cúmulo de sueños que se habían apoderado de su ser.

Así fue.  Con mucho sacrificio, una vez habiendo acumulado una cantidad respetable, fundó una modesta compañía llamada Laugh-o-Gram Films.  Que traducida a nuestro castizo y maravilloso idioma quiere decir, algo así como Películas Risogramas.  ¿Qué acaso siempre hay que perder para ganar?

Pues, así pareciera…  Porque otra vez, como cuando repartía periódicos, la fortuna no le sonrió, que era como debió de haber sido, ya que así se llamaba su empresa, y por los altos costos de producción y lo limitado de su mercado lo condujeron a la quiebra total.

Pero Disney, no se desalentó, (¿Qué acaso siempre hay que perder para ganar?) a pesar de su fracaso y a la adversidad que sufrió, y a raíz de este sopor, fue entonces que le surgió en su mente una idea maravillosa, “el único lugar donde puedo realizar mis sueños es Hollywood, la fábrica de sueños más grande del mundo, y ahí iré”, (esto fue lo que razonó aproximadamente), siendo esta decisión lo que marcó una gran diferencia en su vida.

Empezó vendiendo historietas y cómics en los cines, hasta que el dueño de uno de estos establecimientos, lo contrató para que hiciera en dibujos animados, Alicia en el país de las maravillas, logrando con los recursos recibidos, volver a instalar su estudio de filmación.

Ahí fue, en ese modesto estudio de filmación donde trabajaba Walt Disney, donde nació la imagen de un ratoncito que revolucionó el concepto de película animada, y gracias a Mickey, que causó gran sensación, fue como Walt Disney se hizo de mucho dinero para sus bolsillos.

Por cada película, le pagaban… ¡ $ 5 mil dólares !  Fue entonces, cuando esa maravillosa mente inquieta de Walt Disney, pensó que debía de dar un paso más, y por querer seguir a sus sueños extraordinarios, generó otra idea, un parque de diversiones al que le llamaría Disneylandia.

¿Qué crees?  ¿Que le fue fácil?  ¡ ues no!  Como todo en la vida, tuvo que luchar mucho para lograr su sueño.  El primer obstáculo, encontrar resistencia en los inversionistas.  Pero una vez más, este obstinado y persistente ser humano volvió a demostrar que no hay límites para los sueños que tiene un hombre, y en 1955 fue inaugurado –en las afueras de Los Ángeles-, el primer parque de diversiones al que le llamó Disneylandia.

 

¿Que cuál es el secreto de su éxito?  Creer en sí mismo y en sus ideas.  Y tener una pasión desbordante y desmedida por lo que hacía.  Sin estas poderosas fuerzas, no hubiera sido posible que Walt Disney alcanzara sus sueños.

Ha sido objeto de múltiples reconocimientos, ya que ha ganado 5 Emmies, 32 Óscares, y ha sido un determinante precursor de la historieta cómica.

Hay un detalle muy simpático.  Cuando le entregaron el Óscar por su película Blanca Nieves y los 7 Enanos, le entregaron en la ceremonia de premiación, un Óscar…, como cualquier estatuilla que recibe un ganador, pero además le hicieron entrega de 7 “oscaritos” de menor tamaño, congratulándose la Academia con él, por los 7 enanos, que fueron una delicia para chicos y grandes.

Walt Disney, un maravilloso ser humano, y un hombre excepcional, gracias a que nunca se rindió y persiguió sus sueños…, ¡hasta que los logró!

Te invito, amigo lector, a que busques tus sueños, y tomes ejemplo de este hombre que se convirtió en un ser humano fuera de serie, solo por no rendirse, ante las adversidades.

Que las tres historias de hoy, la del águila, la de Bernard Arnault y la de Walt Disney nos sirvan de inspiración para que nuestras vidas ostenten el sello de tener que perder para poder ganar.  ¿Será imprescindible el tener que perder para poder ganar?

 

Y a seguir pataleando…, ¡ porque no hay de otra !

 

 

 

Bibliografía consultada:

www.wikipedia.com

Ejemplos de Éxito de Tenacidad y Superación, Colección Literatura de Superación, Corporación Editora CHIRRE, Lima, Perú.

 

 

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