Pequeña oda a la pereza dominical

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Pequeña oda a la pereza dominical

Caramba: mientras más opciones de televisión hay, más confundido estoy.

Antes, pero mucho antes, solamente había dos canales de televisión. Y los dos canales de televisión eran de Televisa. Un canal, el Cinco, trasmitía series y películas producidas en los Estados Unidos y una serie de producción japonesa: Señorita Cometa —esa Señorita Cometa usaba una minifalda que nos mantenía pegados a la pantalla, yo no recuerdo de qué trataban los capítulos, veíamos la tele para apreciar el cuerpazo de doña Cometa—; el otro canal, el Dos, transmitía telenovelas de producción mexicana y alguna que otra venezolana. 

En estas fechas en que se recuerda el nacimiento del redentor, paradójicamente los canales transmitían series sobre el nacimiento de Jesucristo.

Recuerdo que los primeros capítulos trataban sobre la aparición del ángel a María, para decirle que estaba embarazada. De allí partía la historia de los pesares de la Virgen y lo que fuera a pensar José, el carpintero.

Luego ellos se las arreglaban y todo quedaba en buenos términos. Pero después empezaban los problemas con un Herodes, un cacique local, que quería echarse al plato al niño, porque decían en el mundo conocido de aquel entonces, que ese niño iba a ser el rey de los judíos y eso ponía a Herodes como león tatemado.

Con el avance de la tecnología, fueron aumentando las opciones en la pantalla, como la televisión por cable, por satélite y por internet. Una de estas tardes me tiré a ver televisión y las series que hoy trasmiten son también sobre la muerte de Jesús. Yo me pregunto, qué tiene que ver la
muerte de Jesús en una fecha en que se conmemora el nacimiento.

Por estos días vemos capítulos de su crucifixión y su muerte. Posiblemente en Semana Santa veamos historias sobre el nacimiento del Redentor. Todo este desbarajuste tiene que ver sin duda con el hecho de que el cable se retransmite desde estaciones repetidoras argentinas, porque en aquel país los costos de cualquier cosa son más bajos. Y recordemos que por estas fechas, ellos esperan a santa Claus en bikini, bajo una temperatura infame, superior a los 35 grados.

Luego vi otro programa que se llama Contacto Extraterrestre. Al término de éste quedé todo norteado, al parecer el ángel que se le apareció a María era un visitante de otra galaxia, que vino en una nave espacial a anunciar las Buenas Nuevas. En ese programa los conductores dicen que las
apariciones de extraterrestres son en realidad revelaciones de Dios.

Luego, en la vorágine televisiva, trasmitieron programas de las relaciones de El Vaticano con la mafia; de los escándalos de los curas pederastas y finalizaron con un programa del papa Francisco, quien según los teólogos entrevistados, es un papa a todo dar.

Toda esta clase de programación, como se sabe, tiene que ver con ese patológico prurito anti católico que sufren los gringos, protestantes todos ellos, que todavía no acaban de arrepentirse por haberse separado de Roma, hace casi cinco siglos. Y mejor ya no hablamos de puntos tan sensibles como la religión, tema en el que siempre se corre riesgos. Es como el futbol: si algún articulista se atreviera a mofarse de los Monarcas, de los Tigres, de las Panteras, de los Tlacuaches, de los Mapaches, corre el riesgo de que la barra de cualquiera de esos equipos se levante del sofá dominical para lincharlo. Y con toda razón.

Cambié de canal y me aventé ahora un programa, donde unos científicos se estaban aventando unas disertaciones bien sesudas sobre Carlos Darwin y el Origen de las Especies.

Los científicos se explayaban sobre la selección sexual, donde el macho dominante es el más picudo. Es el que fecunda a todas las hembras, ya que éstas cumplen sólo el papel de espectadoras, frente a los machos que pelean para fecundarlas y así perpetuar su genética.

Estaba confundido con tanta información, me quedé perplejo, con la vista fija en el último punto de la pantalla que se apagaba, pensando. Caramba, yo aquí perdiendo el tiempo, con tantas creencias encontradas y me dije: no he escrito nada para el domingo.

En esas estaba cuando de repente una voz retumbó en mi cerebro: ya deja de estar perdiendo el tiempo viendo televisión y ponte a barrer la banqueta y a recoger los residuos del perro. Obedecí, me levanté del sillón pensando en toda la carga de información que desborda a través de las pantallas de todas las cadenas de televisión. Ante esto, al parecer las musas pasaron de largo… 

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