Pensiones y marrullerías

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Pensiones y marrullerías

In memoriam de mi Tío Pancho Melo.

El boquete en las finanzas de Coahuila asciende a 36 mil millones de pesos más intereses acumulados, sin embargo, otro menos profundo, pero de igual impacto, es el que padece el fondo de pensiones del magisterio estatal que asciende a 15 mil millones de pesos y que está generando una serie de reformas al sistema y su ley al vapor, con el perjuicio de los maestros en activo y la población de Coahuila y a las pruebas nos remitimos.

Pero vamos por partes, después de una álgida y encarnizada lucha en defensa de los derechos de los trabajadores educativos, a finales de los años 50 del pasado Siglo, los mentores lograron del Gobierno Estatal, el establecimiento de un fondo bipartita para hacer frente a las pensiones a maestros.

En los últimos cuarenta años y sobre todo, al darse cuenta la administración pública estatal y el partido en el poder, de la fuerza electoral de los maestros, aquellos otorgaron la canonjía de la administración única de los fondos a  la discrecionalidad de los funcionarios sindicales principalmente de la Sección 38.

Surgieron así las desviaciones a plena luz de los dineros, a través de ostentosos automóviles, casas en colonias residenciales, viajes y viejas de montón, en los nuevos reyecitos surgidos de las bases magisteriales y “cortadas con la misma tijera” cultural del mal gusto, la soberbia y sobre todo la imposibilidad de comprobar sus nuevos ingresos a la vida anterior que llevaban. (Unos entraban con “vochos” y “nissancitos” desvencijados que se convertían en Navigators, Grand marquises y BMW por arte de magia). Incluyendo al actual Amancio Núñez, “El Cien Casas”.

El dispendio era magnánimo y ante el surgimiento de cuestionamientos la excusa era descarada. “Herencia de una Tía”, “Me gané la lotería” y otras más ridículas e insultantes.

El fondo se dilapidaba, debido también a las malas inversiones como: el hotel del magisterio, la alberca olímpica y los salones de eventos, aunados a los préstamos millonarios que se hacían los funcionarios sindicales y que nunca se pagaron, se dice que la última disposición fue hecha en la campaña a la gubernatura del 2011.

Precisamente en ese año, el Gobierno de Torres Lopez, promulgó una ley “moreiriana” para reformar las pensiones, sin embargo, medidos los riesgos que implicaba en el profesorado  en época de elección a  gobernador, decidieron derogarla para otros tiempos.

Los actuales momentos, esos del surgimiento de la especie “zombi magisteruis coahuiltecus”, resultaron los óptimos para aplicar la reforma a la Ley de Pensiones, al cabo las elecciones son en 2017 y para ese tiempo, la corta memoria de la especie narrada olvido la afrenta.

La nueva ley aprobada por el centro de alabanza  contiene incrementos en las aportaciones e  inclusive contribuciones adicionales del trabajador y del pensionado para cubrir el pago de medicinas y planes de aseguramiento que hacen discriminatorio y desigual el otorgamiento de los servicios de salud, ya que se exige que continúen aportando al servicio médico y dejan fuera a sus beneficiarios (en caso de fallecimiento del titular).

Un grupo de profesores enarboló la bandera de la oposición a la referida e ilegal ley y la respuesta del Gobierno estatal y en especial del área jurídica de la Sedu atraves del inquisidor Enrique Flores, fue maniobrar en los expedientes  laborales de  los maestros, que como Jorge Herbey Rodríguez, estaban próximos a jubilarse para desaparecer constancias y por ende obligar a los mentores a acudir a las autoridades laborales y de ahí a la eternidad de trámites ante el tribunalito.

Por otro lado, otros más agraciados como Humberto Moreira, son jubilados con solamente tres años de labor frente a grupo, con jugosas pensiones, no obstante la confesión lisa y llana del educador coahuilense: “Tengo dos plazas como maestro, pedí licencia hace muchos años sin goce de sueldo, hoy me jubilo en una de las dos plazas”.  (De acuerdo a la ley el permiso sin goce de sueldo no genera cuotas al fondo de pensiones). 

La afrenta está marcada y se teje atraves de una red de complicidades que al fin de cuentas le tocará pagar al pueblo coahuilense a través de sus impuestos y tenencias disfrazadas, a y también a la nueva especie narrada. Despierta Coahuila.