Pemex: El epicentro de la turbulencia
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Pemex: El epicentro de la turbulencia
La avalancha de información económica divulgada la semana pasada no permitió contar con el tiempo suficiente para analizar a detalle las implicaciones de cada una de esas cifras y, quizá lo más importante de todo, tratar de anticipar los escenarios futuros que podrán tomar estas variables y su potencial impacto en la economía del País.
Primero fue el dato correspondiente al PIB del cuarto trimestre del 2018 que, al registrar un crecimiento a tasa anual del 1.7%, llevó a que durante todo el 2019 la economía reportara un crecimiento del 2%. Llama la atención la caída en las actividades secundarias, tanto en el último trimestre como durante todo el año.
Así, durante el periodo octubre-diciembre retrocedieron 1.2% con respecto al trimestre previo y 0.8% comparada contra el mismo periodo del año anterior, ambas con cifras desestacionalizadas.
Al enfocar el análisis utilizando cifras originales, resulta que las actividades secundarias tuvieron un raquítico crecimiento durante todo el 2018, de apenas un 0.2%, arrastrado básicamente por el sector minero, en el cual las actividades petroleras se colapsaron 6.7%. Ese mismo sector al cual la actual Administración decidió aplicarle el freno de mano al detener las licitaciones derivadas de la reforma energética.
Mientras el Inegi daba a conocer esta información, el Banco de México divulgaba las cifras de la balanza de pagos en su agregado para todo el 2018, resultando que el déficit en cuenta corriente se ubicó ligeramente por encima del registrado en el año anterior (1.8% vs 1.7%, como proporción del PIB). Nada de qué alarmarnos puesto que la Inversión Extranjera Directa (IED) que recibimos fue del orden de 31 mil 604 millones de dólares, alcanza con holgura a financiar dicho déficit, aun y cuando en su comparación anual el flujo de IED haya caído desde los 32 mil 091 millones de dólares que ingresaron en el 2017.
No obstante, al interior de la cuenta corriente la balanza comercial petrolera enciende ya los focos rojos, pues el exceso de importaciones en relación con las exportaciones alcanzó los 23 mil 190 millones de dólares, lo que implicó un déficit en este rubro 26% mayor al registrado en el 2017.
El miércoles 27 de marzo, Banxico siguió dando de qué hablar, y en su “Informe Trimestral octubre-diciembre 2018” redujo su estimación de crecimiento de la economía para este año de un rango de 1.7 y 2.7% en el Informe anterior, a uno de entre 1.1 y 2.1%, lo que trajo consigo una ola de reacciones en los mercados y en la tradicional conferencia matutina del Presidente.
Dios días después, la Secretaría Hacienda dio a conocer su Informe de Finanzas Públicas y Deuda Pública correspondiente a enero, en el que se da cuenta que los ingresos presupuestarios cayeron 7.5% anual en términos reales. A su interior los ingresos petroleros registraron una colosal baja del 52.3% anual real, aunado a que durante el primer mes del año, la empresa productiva del Estado registró ingresos propios negativos por 2 mil 240.9 millones de pesos, en comparación con los 51 mil 912.9 millones de pesos captados en enero del 2018.
La conjunción de todos estos escenarios propiciaron la reacción de Standard & Poor’s de poner en perspectiva negativa la calificación de la deuda soberana de México. De aquí en adelante la atención deberá centrarse en las variables anteriormente mencionadas y su impacto en Pemex y las finanzas públicas.
*Economista y catedrático de la Facultad de Economía de la UAdeC