Pedir disculpas no basta

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Pedir disculpas no basta

En la semana se dio a conocer que el 17 de mayo el gobernador de Coahuila, Miguel Riquelme Solís, ofrecerá disculpas públicas por la masacre acaecida en el municipio de Allende del 18 al 21 de marzo de 2011.

El gobierno estatal pedirá perdón por aquellos días de horror en los que –según relatos, investigaciones periodísticas y académicas, estudios foráneos, acusaciones en cortes estadounidense y demás– una caravana de 40 camionetas con decenas de pistoleros a bordo entraron al municipio y comenzaron a quemar casas y ranchos, y matar y desaparecer gente: hombres, ancianos, mujeres, niños. Era igual.

Se desconoce el tenor del perdón que ofrecerá el Estado. ¿Se ofrecerán disculpas, por ejemplo, por la omisión dolosa de no atender mil 251 llamadas de auxilio e incendios que registró el C4 coahuilense provenientes de Allende y Piedras Negras, como lo documentó la investigación “El Yugo Zeta”? Si es así, ¿no es más valiosa una investigación para castigar a los culpables de dicha omisión que una disculpa?

Coahuila, como el País entero, requiere justicia, más que perdones.

Las casi dos mil familias de personas desaparecidas en la entidad exigen el paradero de su familiar, no disculpas. Exigen acciones, no palabras. Hechos, no discursos. Las víctimas inocentes de masacres como la del Ferrie, Juanas VIP y Quinta Italia Inn (todas ocurridas en Torreón en 2010) requieren justicia, no perdones. El 38 por ciento de internas torturadas en Coahuila –según el Informe Alternativo de las Organizaciones de la sociedad civil de México al Comité contra la Tortura de la ONU 2012-2019– necesitan justicia, más que disculpas. Las 13 mujeres violadas por militares en Castaños en 2006 necesitan justicia, no perdón. Así podríamos enlistar una serie de sucesos terroríficos que han ocurrido en el estado en los últimos años. Y pedir disculpas, seguramente, no alcanzará a sanar las heridas.

Recordar y conmemorar el pasado está bien. Estudiar y comprender lo que sucedió es necesario, es parte de un asunto de memoria histórica indispensable en sociedades que han atravesado periodos violentos. La pregunta es: ¿ha existido justicia? ¿Se han aclarado los sucesos históricos de violencia?

Pedir disculpas contribuye a la reparación integral, pero es necesario el derecho a la verdad. Las víctimas y la sociedad en su conjunto necesitamos la verdad. La memoria histórica en contextos de conflictos se desarrolla en base a la construcción de paz y reconciliación. Sin embargo, la paz y la reconciliación, pese a ser un asunto individual, necesitan ir acompañadas de justicia y verdad.

Recuerdo que en 2014 el exgobernador Rubén Moreira –hoy diputado federal– pidió perdón a las familias del poniente de Torreón por todo lo que sufrieron cuando la violencia se estacionó en ese sector de la ciudad, cuando ni un político ni un policía se atrevían a pisar dicho territorio. ¿Qué vino después del perdón? Algunas cosas buenas como la construcción del complejo La Jabonera. Otras acciones manipuladas como el “maquillaje” de decenas de viviendas de la Nuevo México, alguna vez guarida de un grupo criminal. En otros temas sigue igual, como la discriminación y la marginación que siguen padeciendo sus habitantes.

Por eso, pedir perdón tiene que ir acompañado de una búsqueda de justicia. De un cambio verdadero. De una transformación.

Al menos el perdón debe servir para no cometer las mismas barbaries. Pero parece que no es así. ¿Cómo se pide perdón cuando continúa la revictimización de familias de desaparecidos, cuando siguen los ministerios públicos sin avanzar en investigaciones, cuando siguen los ministerios públicos estigmatizando, dando largas a las familia? Se pide perdón, pero no hay apoyos en búsquedas, no hay avances rápidos en la identificación genética de restos hallados. Se pide perdón pero siguen los abusos de cuerpos policiacos: 25 quejas por presunta tortura se presentaron ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Coahuila (CEDHC) en 2018, la misma cantidad que en 2017, 17 quejas más que en 2016. Se pide perdón, pero siguen ocurriendo desapariciones a manos de policías: siete quejas por desaparición forzada se registraron ante la CEDHC en 2018. Se pide perdón, pero siguen brotando fosas clandestinas, restos calcinados en el desierto.

AL TIRO

Aquí no hay vuelta a la página, como suelen decir los gobernantes. La impunidad es el combustible que alimenta las atrocidades, las torturas, las desapariciones, los asesinatos, los secuestros, las extorsiones, los “pagos de piso”, las detenciones arbitrarias, los abusos policiacos. Pedir perdón está bien, pero no es suficiente. El derecho a la memoria histórica conlleva el esclarecimiento histórico y las garantías de no repetición, y para ello estoy convencido que se necesita el castigo de responsables, se necesita acabar con la impunidad.