Pederastia: enfermedad y delito
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Pederastia: enfermedad y delito
El Papa Francisco ha declarado el combate a la pederastia clerical o religiosa. Lo dijo con una frase monolítica: “Cero tolerancia” a ese delito y repite lo que hace veinte siglos, Jesús el fundador del cristianismo, había declarado: el que perjudique a un niño de esa manera es digno de que lo aten a una rueda de molienda y lo arrojen al mar, definiendo su tremenda gravedad. En su reciente visita a Chile, el Papa enfrentó a varios grupos que le exigían que destituyera a un obispo argentino que carga con las sospecha de haber encubierto a un sacerdote pederasta.
Este Papa no rehúye las denuncias contra las debilidades de la Iglesia y sus miembros de cualquier jerarquía. Responde a las confrontaciones directamente, sin recursos retóricos. Les respondió que quería pruebas fehacientes (no solamente rumores) para actuar en consecuencia. Y tiene razón pues en un sistema jurídico la evidencia del delito se tiene que probar, pues de otra manera se castigaría a un inocente.
Sin embargo este grave delito es un desorden mental que requiere no solo ser castigado sino corregido y prevenido socialmente. No es un desorden exclusivo del clero o de los ministros religiosos de cualquier denominación.
Lo que lo vuelve todavía más grave es que los ministros de toda religión tienen como responsabilidad fundamental promover una sana moral y denunciar la inmoralidad que enferma y daña a la sociedad y sus miembros. De ahí que la pederastia clerical que se denuncia desde hace ya 40 años haya perjudicado no solo la credibilidad de los ministros y educadores cristianos sino q que ha provocado un éxodo innumerable de fieles que han abandonado la institución y sus ritos, las costumbres y la cultura de la moral cristiana en la familia, en el trabajo y en la vida ciudadana. La gravedad de la conducta enferma y la doble vida del padre Maciel no se reduce a la punta del iceberg que se reveló, sino que implica el alejamiento multitudinario de fieles que cimentaban en él y en su institución su adhesión a la Iglesia.
Entre las causas de la pederastia clerical están los factores inconscientes de la personalidad que de manera insensible llevan al ser humano a creencias, conductas o relaciones enfermas. Desgraciadamente este concepto de lo inconsciente no ha sido integrado en la cultura clerical o religiosa. Ni es tomado en cuenta en la formación de los futuros ministros religiosos o clericales, ni en el ejercicio pastoral de atención a familias, matrimonios, jóvenes y niños. La herencia milenaria del cristianismo está dominada exclusivamente por la razón lógica y consciente, a pesar de que su fundador y todos los que han comprendido su esencia le dan prioridad al amor y al corazón, que la mayoría de las veces radican en el mundo de lo inconsciente.
La pederastia es un delito, pero también es un desorden mental cuya compulsión nace en el inconsciente y debe ser atendido en el campo de la salud mental, no solo en el juzgado o en el confesionario. Lo que hay que pedirle al Papa Francisco para erradicar la pederastia y otros desórdenes mentales de la Iglesia, es que incorpore los conceptos y herramientas de la psicología profunda al estudio y al ejercicio de servicio pastoral.