Peculiaridades en semana pre-pascual

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Peculiaridades en semana pre-pascual

Hacia el 14 de Nisán.

La luna siempre se llena. El triduo sacro empieza habitualmente con un esplendoroso sol. No sucedió así en este año veintiunero. Fue jueves con santidad entumecida, sin el ritual lavatorio de pies en la cena del Señor, con viento polar que levantó a muchos en madrugada a desdoblar cobija.

Ya el viernes calentó un poco el sol y se cubrieron en los templos los porcentajes de asistencia. Fue una Cuaresma y triduo naranja, aunque verdeaba el semáforo sanitario. Anuncia Siri una temperatura mínima para el sábado de 10 grados °C.

En los hogares se sintonizaba la imagen del Vaticano, o de la Basílica de Guadalupe de CDMX, y muchas otras celebraciones de la ciudad, de la nación y del mundo y en horarios disponibles las 24 horas del día.

Los vacacionistas -que buscaban desahogo- siguen exprimiendo las horas en aproximaciones y aglomeraciones, en competencia de portadores asintomáticos, listos para surfear la ola contagiante pronosticada por analistas y pesimistas en la punta del grito.

Este sábado no es de  gloria, sino de celebración vespertina de la Pascua de Cristo. Se da principio el domingo al cincuentenario de la alegría, después de la cuarentena penitencial. Cincuenta gozosos días. Desembocan en la fiesta de Pentecostés.

El mensaje homilético preferente ha sido el de teologizar el acontecimiento. Se ha presentado la Cuaresma como una penosa ascensión hacia una Pascua de renacimiento y de resurrección.

Frente a la oleada mediática de quejumbre y negatividad se busca descubrir una presencia divina en medio de la angustia, el dolor y la muerte.

No como si fuera una complicidad con la ola virulenta, sino brillando en la conciencia de igualdad que surge frente al peligro mortal. Los puentes solidarios que se tienden de asistencia cercana, enfrentando riesgos. La aportación económica y en especie, de apoyo psicológico y espiritual. El estreno de actitudes frente al desafío del resguardo, los desempleos, los trabajos y esfuerzos educativos domiciliarios.

 Se espera una humanidad mejor después de la poda. Se ha aprendido mucho respecto al cuidado habitual de la salud. La superación del individualismo indiferente y una mayor conciencia de responsabilidad para no perjudicar al planeta con excesos y contaminaciones, anteponiendo el cuidado a la dominación.

LIBROS CONFINADOS

Estamos llenos de letras en un silencio que quisiera ser clamor. Nos visten de lomos vistosos para lucir en las estanterías. Algunos nos toman y nos hojean sin ojearnos. Otros parecen leer en diagonal. Aquellos empiezan con el índice inicial y se pasan a las últimas páginas para ver conclusiones o remates finales.

No falta quien lea en forma chapulinesca que salta capítulos. Hay mucha discriminación. Hay libros que se leen y se releen. Sus páginas están llenas de subrayas y notas marginales. Vemos que los buscan una y otra vez. Y otros se quedan con pastas nuevecitas y hojas pegadas porque nadie los toma ni los abre.

 Se nos roban los textos con escaneos. Lo hacen los apantallados que sustraen las letras para verlas en un clic en un libro cibernético que se vuelve fantasmal. Y acá quedamos olvidados, metidos en sarcófagos de olvido.

Aquí está un libro vecino un poco obeso. Hoy alguien lo tomó y lo leyó en voz alta al amigo que lo acompañaba bebiendo ambos un té: “Esto es lo que me toca leer al atardecer en la vigilia de Pascua. Lo escribe Pablo a los romanos; “¿No saben ustedes que todos los que hemos sido incorporados a Cristo Jesús por medio del Bautismo hemos sido incorporados a Él en su muerte? Por el Bautismo fuimos sepultados con Él en su muerte para que así como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros llevemos una vida nueva”... Cerró el libro y siguieron platicando tomando su té...