El que las deportistas integrantes del equipo de softbol de nuestro País desecharan en la basura prendas del uniforme de la Selección Nacional levantó una ola de indignación. Se alzaron las voces en el mismo ámbito y las de quienes portan con dignidad el uniforme. De forma inaudita, el presidente de la Federación Mexicana de softbol, Rolando Guerrero, salió personalmente en su defensa al señalar que nos les cabía en el equipaje, y cuando se dio a conocer que tal cosa ocurrió en virtud de que tomaron ropa blanca del hotel, estas declaraciones no hicieron más que indignar todavía más. “No es lo mismo empacar 33 bates que traemos, que empacar un par de guantes. Todo el equipo que traemos es demasiado: equipo de protección, doble careta, cascos, uniformes de entrenamiento, de juego; es sobrepeso y lo tiras en la basura”, se expresó así Guerrero.

Ya entre ellas mismas hubo ofrecimiento de disculpas y un par incluso renunciaron a la Selección. Anissa Urtez expresó de manera detallada lo que pudieron hacer al enfrentarse al dilema de abandonar el uniforme en la basura o no hacerlo. Luego de manifestar el dolor y la angustia que le produjo la reacción de la opinión pública, se preguntaba si debieron haberlo consultado con sus líderes o pensado en ponerlo en donaciones.

En la decisión, que califica de emocional, no puso a consideración el amor por el País que representaba y por el cual asegura que se había esforzado tanto para entregarle una medalla.

Una de las explicaciones fue el hecho de que 14 de las 15 integrantes son nacidas en Estados Unidos, hijas o nietas de mexicanos. Lo que se conoce como “amor a la camiseta”, literalmente en este caso, falló totalmente.

Aquí resulta pertinente recordar un reportaje sobre Nezahualcóyotl, de México, publicado hace unos años. Con una inseguridad galopante en el municipio más poblado del mundo –en cada kilómetro cuadrado de superficie se albergaba en promedio a 17 mil 537 personas en el momento del trabajo periodístico de la revista National Geographic–, se retratan episodios de esperanza entre algunos de sus habitantes: los que buscaban llevar muy en alto el nombre de su municipio.

Protagonista de un movimiento cultural muy interesante, en el ámbito deportivo el municipio cuenta con el Club Neza, que participó en la primera división A profesional de México alcanzando la fase semifinal en el torneo Clausura 2011.

Un caso emblemático en el lugar es el de Ana María “La Guerrera” Torres quien defendió el campeonato mundial supermosca contra la japonesa Naoko Yamaguchi. El reportaje registra que “La Guerrera” es una personalidad destacada de Neza al convertirse “en la primera boxeadora femenil profesional en ganar una pelea en México, en la Arena México”.

Es también entrenadora y administra un gimnasio para apoyar a los jóvenes. “Vivimos en una zona donde hay banditas y veía a los chavos perdiendo el tiempo y por eso quise poner el gimnasio. Los chavos han respondido bien: ya tenemos a dos boxeadores profesionales, una mujer y un hombre, y unos 20 amateurs. Vienen incluso niños de cinco, seis años y familias completas”.

Fue la primera entrenadora en tener como pupilo a un campeón mundial. “Me gusta poner el nombre de Nezahualcóyotl en alto, que vean que no sólo hay delincuencia, sino también deportistas destacados que luchan por que la gente esté bien”.

Estas palabras son alentadoras. Es de gente que, poniéndose la camiseta, lucha para dar a su patria chica reconocimiento y prestigio. Es la esperanza que se requiere, es poner manos a la obra por mejorar la forma de percibir a un lugar de origen.

Son enseñanzas para tener en la mente a la hora de representar a un país.