¿Para qué nos sirve la humana capacidad de asombro?

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¿Para qué nos sirve la humana capacidad de asombro?

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Algunas personas religiosas podrían estar más abiertas a la emoción que otras dado que ven su fe como una fuente de nuevas revelaciones sobre el propósito de la vida y cómo funciona el mundo

El hermano Guy Consolmagno lleva más de medio siglo observando las estrellas, pero el cielo nocturno sigue maravillándolo.

Los títulos avanzados en ciencias planetarias de este sacerdote jesuita elevaron su comprensión del universo sin apagar su aprecio por los placeres simples, como detectar la Osa Mayor.
“Aun conociendo la ciencia y los detalles, las emociones persisten. Simplemente es una razón más para… seguir emocionándose”, dijo.

Consolmagno, que oficia de director del Observatorio Vaticano, adjudica esta emoción al hecho de llevar adelante una carrera que une los mundos de la ciencia y la fe. El sentimiento de asombro relaciona su investigación astronómica con su devoción religiosa, en tanto reúne a estudiantes que participan en el programa bienal de la Escuela de Verano del Observatorio Vaticano.
“Todos vivimos bajo el mismo cielo. La sensación de asombro al mirar el cielo es algo que puede unirnos”, dijo.

La ciencia psicológica respalda, hasta cierto punto, la descripción de la emoción que hace Consolmagno. El deslumbramiento, es decir, la sensación que provoca un atardecer brillante o la vista desde la cima de una montaña, cambia los marcos de referencia normales de las personas, poniendo en tela de juicio los supuestos que guían nuestras vidas diarias, escribió en un correo electrónico Michelle Shiota, profesora adjunta de psicología social en la Arizona State University.

Las experiencias que nos asombran o nos deslumbran “nos apartan de nuestra manera normal de avanzar a lo largo del día (y) nos hacen bajar la velocidad y prestar más atención”, dijo.

Si bien adversarios que admiren juntos el Grand Canyon probablemente seguirán peleándose más tarde, el asombro y la admiración pueden contribuir a acercarnos de nuevas formas a los viejos problemas, allanando el camino hacia un compromiso más significativo con el mundo.

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Investigando el asombro
El asombro podría impulsar la cooperación recordándonos a todos que somos una pieza pequeña en un mundo muy grande. La investigación ha demostrado que observar una bella vista de la naturaleza o un cuadro famoso puede ayudar a los individuos a poner sus necesidades personales dentro de su contexto, dijo Shiota.

Por ejemplo, uno de sus trabajos de investigación, publicado en 2007 por la revista Cognition and Emotion, comprobó que los estudiantes universitarios que quedaban pasmados ante un esqueleto de Tyrannosaurus rex tenían más posibilidades de reflexionar acerca del mundo externo que los que miraban un corredor vacío. Los integrantes del primer grupo responden a la pregunta “¿Quién soy?” con referencias a universales.

“Se percibían como miembros de un todo sumamente grande”, dijo Shiota.
Otros estudios aportaron más conocimientos, destacando de qué manera el asombro puede volver a las personas más generosas o más dispuestas a ofrecerse como voluntarias porque puede llevarlas a sentir que el tiempo pasa más lentamente, lo cual indica que disponen de más tiempo para compartir con otros.

Las influencias del asombro sobre nuestras relaciones sociales todavía están siendo investigadas, y no todos los estudios han puesto la emoción bajo una luz favorable, dijo Shiota. De todos modos, parecería que al centrar la atención de un individuo en el mundo exterior, el asombro sí puede, en algunos casos, estimular la generosidad.

Preparándonos
Consolmagno se mostró agradecido a la fuerza unificadora del asombro cuando su equipo en el Observatorio Vaticano recibió hace poco a un grupo de intelectuales musulmanes. Su excitación compartida por el cielo contribuyó a generar un entendimiento entre dos grupos con intereses religiosos diferentes.

Reconocer que la astronomía evocaba la misma emoción en todos “fue una manera excelente de derribar las barreras nacionales”, dijo.

Los científicos continúan trabajando para medir y analizar estos tipos de experiencias con el fin de comprender cómo se puede alimentar el asombro, dijo Shiota.

Pero lamentablemente la sociedad parece estar cada vez menos sintonizada con la maravilla y el asombro debido al creciente papel que desempeña la tecnología en la vida de las personas, agregó.

“Pasamos tanto tiempo pegados a estas pequeñas pantallas ahora. El asombro muy rara vez se encuentra en esas pantallas”, dijo Shiota.

Su investigación ha hecho referencia a terribles consecuencias para aquellos que pierden ese sentido del asombro. El estudio de 2007 de Shiota menciona a Albert Einstein, quien dijo “La emoción más hermosa que podemos tener es el misterio. Es la emoción fundamental que se posa en la cuna del verdadero arte y la ciencia. Quien no la conoce y no se puede maravillar vale tanto como un muerto”.

Ciencia, fe y asombro
Los científicos estudian el asombro investigando cómo reaccionan las personas a experiencias nuevas. Pero la emoción también puede ser la característica de una investigación o una relación que abarca largos períodos, como lo ilustra la relación de Consolmagno con su profesión.

Es esta otra interpretación de la emoción la que se entrelaza con la fe. Algunas personas religiosas podrían estar más abiertas a la emoción que otras dado que ven su fe como una fuente de nuevas revelaciones sobre el propósito de la vida y cómo funciona el mundo, dijo Shiota.

“Para esas personas, la religión es parte de una búsqueda de sentido para una comprensión cada vez más profunda de los grandes interrogantes de la vida y la muerte… Participar en la religión y la fe es parte de su afán por crecer y aprender”, dijo. “No puedo señalar datos específicos, pero mi hipótesis es que las personas con esta orientación hacia la religión podrían ser muy propensas al asombro”.

Los científicos a veces se acercan a su trabajo de la misma manera, abriéndose a reiteradas experiencias sorprendentes, dijo Consolmagno.

La ciencia es “avanzar a tientas en la oscuridad hacia la verdad”, dijo.

Bill Tammeus, que ha escrito sobre la intersección de la ciencia y la fe durante sus más de 35 años de carrera en el Kansas City Star, piensa que el asombro es la base tanto de la ciencia como de la fe.

Al igual que Consolmagno, dijo que es un posible puente entre las dos disciplinas, que para muchos están en tensión. Casi seis de cada 10 estadounidenses (59 por ciento) dicen que la ciencia y la religión a menudo están en conflicto, según una encuesta de 2015 del Pew Research Center.

“Personas de ambas áreas entienden el asombro. Entienden que debe ser comprendido, analizado y compartido con otros”, dijo Tammeus.