Papiroflexia aplicada. ¿Por quién votar?

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Papiroflexia aplicada. ¿Por quién votar?

A veces me compadezco de los pobrecitos gringos y su paupérrimo escenario electoral de cara a los comicios presidenciales...

Pero luego me acuerdo de cómo pintan las cosas para México en las próximas elecciones intermedias y se me pasa.

La disyuntiva de México es: O votar en respaldo al proyecto del actual Presidente, quien ya tiene bien frito a un considerable porcentaje de los mexicanos, incluyendo a muchos de sus votantes (no hay que olvidar que una buena cantidad de sus 32 millones de votos eran de gente indecisa que, al final y con muchas reservas, le dio el beneficio de la duda, nomás para ver si algo se movía).

O bien, regresarle el voto a aquellos caraduras que nos hicieron volcarnos en masa por esta dizque-izquierda que nos conduce con rumbo a lo desconocido.

En resumen: ¿Validamos el presente desmadre o votamos por aquellos que nos empujaron a escogerlo en primera instancia?

Yo no sé usted, pero mis ganas son de agarrar mis boletas y ponerme a practicar aeromodelismo de origami, o de plano hacer con todas un cucurucho y metérselo por la escotilla de los supositorios al primero que se declare ganador de la elección.

Si usted tiene una mejor idea sobre qué hacer con su voto, mucho le agradecería nos la compartiera en la caja de los comentarios.

Sólo le suplico, absténgase de opinar si es militante de Morena (o incondicional del Nevado de Macuspana), del PAN, del PRI o de cualquier otra divisa política. Sus opiniones no sirven, están viciadas de origen. No están fundadas en la razón sino en el adoctrinamiento y en un sectarismo más grande que el amor que jamás podrá sentir por su país (sorry, not sorry).

Tampoco necesitamos de momento las furibundas opiniones del Frente Nacional Antipejista. Esos también están perpetuamente encabronados como para ver más allá del rojo de sus ojos.

No. Yo quisiera el sentir de auténticos ciudadanos apartidistas y que, al igual que yo, estén hechos un reverendo camote ante el enigma de la siguiente elección que sintetizo también de la siguiente manera: Refrendamos el control total del Presidente sobre nuestro bicameral poder parlamentario, o fragmentamos dicho poder para que el Ejecutivo entienda que no se manda solo. Ello en la teoría suena como una buena idea, pero sabemos que la oposición legislativa no está para servir de contrapeso al Ejecutivo, sino para pugnar porque el queso se reparta de manera más equitativa entre las distintas facciones políticas.

Así que, dicho a la vieja usanza: “Estamos jodidos todos ustedes” (“todes ustedes”, dijo la inluyente). No lo digo a título personal, sino a título de nuestra clase política. Y es que, la lucha partidista es como la pelea entre Alien y Depredador, (gane quien gane, la humanidad pierde).

Si le hacemos “zoom” al mapamundi de la política para enfocarnos en nuestra patria chica, el modesto terruño, el dilema no se disipa ni por conocer a los actores políticos de primera mano, sino que precisamente por ello es que se pone todavía más álgida, pachona y peliaguda la cuestión de por quién votar.

Ni me hable de nombres, esos ya los analizaremos una vez que tengamos a los candidatos (que ojalá hagan campaña y promoción con cubrebocas para no estar soportando sus sonrisas de hipócritas). Analicemos de momento las fuerzas políticas en posición de disputar algo:

Está el PRI, el único que ha gobernado estas tierras después del Marqués de Aguayo, responsable absoluto de la desgracia económica y moral del Estado.

Morena, que no tiene realmente una estructura, ni cuadros políticos, ni fuerza electoral, ni nada de nada. De hecho, la poca representación que tiene en el Congreso Local ha traicionado reiteradamente “sus principios” para someterse –venderse– a la voluntad del Gobernador.

Quería sin embargo hacer hincapié en la oferta hueca que Acción Nacional representa en Coahuila. Ya puedo ver a los panistas denunciando, como si hubieran tenido una súbita revelación, lo que es del dominio público: la sistemática destrucción de Coahuila contra la que jamás han actuado más allá de los “enérgicos pronunciamientos¨, como parte de una farsa electorera, con argumentos más reciclados que los guiones de Chespirito.

Nunca olvidemos que, cuando las circunstancias (y nada más que las circunstancias) de hartazgo ciudadano les otorgaron, hace tres años, la oportunidad única de asumir la alternancia y sanear el Poder Ejecutivo del Estado, prefirieron apuñalarnos y vendernos al mismo moreirato que hoy en día subsiste (¿A cambio de qué, Memo Anaya?).

No sólo eso, sino que se encargaron de disipar la inercia del descontento postelectoral, metiéndose en una batalla legal que pelearon de brazos caídos, porque así fue pactada.

Esta vez quizás aderecen su discurso con todos los desaciertos y pifias de la 4T, pero si no son capaces de influir en la esfera local, ahí de usted si les llega a creer que podrían tener alguna repercusión en el ámbito nacional.

Que un panista (Marcelo Torres Cofiño) ocupase por primera vez la Presidencia de la Junta de Gobierno del Congreso en Coahuila tampoco hizo una diferencia, ni representó ningún avance en todas las causas pendientes de investigación que hay en la entidad. Lo único digno de mencionarse, es que consumieron 30 millones de pesos más de presupuesto en partidas discrecionales. El PAN se vende, pero se vende caro, señoras y señores.

En fin, si usted ya sabe lo que va a hacer con sus boletas electorales de los próximos comicios, o tiene alguna idea novedosa o inteligente, por favor no dude en comentármela, que allí donde los ve, esos pinches pedazos de papel nos salen carísimos. Mientras, yo sigo decantándome por la papiroflexia aplicada para hacer una tesis: “Cucuruchos elaborados a partir de materiales electorales y su correcta inserción en la anatomía del espécimen político”.