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Pakistán llora a sus muertos e intensifica la guerra contra el terrorismo
Nueva Delhi.- “Todos en Pakistán estamos sufriendo el odio de los fundamentalistas, aquí nadie está a salvo. Estamos de luto por nuestros muertos, tanto los cristianos como los musulmanes”, explica por teléfono la vicepresidenta de la Alianza de Todas las Minorías de Pakistán, Najmi Saleem. Asegura, sin embargo, que el atentado del domingo en Lahore —que causó 72 muertos— estaba dirigido en contra de la minoría cristiana. “Muchas de las víctimas estaban disfrutando del Domingo de Resurrección en el parque, había niños y mujeres”. Fue un terrorista suicida que detonó una bomba en la entrada principal del parque Gulshan e Iqbal, muy cerca de los juegos para niños. Como respuesta al atentado y tras visitar a los heridos en el hospital, el primer ministro Nawaz Sharif, a anunciado que la lucha contra el terrorismo es "urgente".
“Nuestra determinación como nación y como Gobierno se hace más fuerte y el cobarde enemigo está atacando a los blancos fáciles”, aseguró Sharif tras una reunión con sus máximos cargos de seguridad. El portavoz del Ejército, Asim Bajwa, aseguró que se están llevando operaciones en Lahore, Multan y Faisalabad y que “algunas personas han sido arrestadas y se han confiscado una gran cantidad de armas y municiones”.
El Rey de España ha llamado este lunes por la tarde al presidente de Pakistán, Mamnoon Hussain, y le ha transmitido “la condena y solidaridad con las víctimas en nombre del pueblo español”. Durante la conversación, según fuentes de la Casa del Rey, Felipe VI y el mandatario pakistaní han compartido la preocupación ante el fenómeno terrorista y la necesidad de dar “una respuesta coordinada y global”. Hussain ha agradecido al jefe del Estado español el mensaje “de afecto y condolencia”. Por la mañana, la Casa del Rey ha mandado un tuit en el que condenaba el atentado y mostraba la solidaridad del pueblo español con el de Pakistán.
Saleem, de la Alianza por Todas las Minorías del país, dice que las familias han comenzado a sepultar a sus muertos en medio de un inmenso dolor, pero todavía con miedo de sufrir otro ataque: “La minoría cristiana, el 1,6% de la población, somos un blanco fácil. No solo para los ataques sangrientos como estos, sino también cargamos con prejuicios y con falsas acusaciones de blasfemia, delito al que le corresponde la pena de muerte como castigo”.
Esta Alianza piensa que el atentado fue nada menos que la venganza por la ejecución de Mumtaz Qadri, el guardaespaldas que mató en 2011 al entonces gobernador del Punjab, Salmaan Taseer, por oponerse a la ley de la blasfemia. A un mes de su muerte miles de manifestantes protestaron frente al Parlamento en la capital por la ejecución de este fundamentalista.
En Punjab ha comenzado ya un luto de tres días. La ciudad de Lahore, considerada también la capital cultural de Pakistán, está especialmente triste: “Las escuelas y negocios permanecen cerrados, las fuerzas de seguridad no dejan de patrullar arrojando aún más incertidumbre a los que se atreven a pisar las calles desiertas”, asegura el periodista Zulfiqar Mehto.
Dudas sobre el objetivo
En Pakistán hay quien no tiene tan claro que el blanco del atentado en el parque hayan sido únicamente los cristianos, como lo aseguró el grupo Jammat ul Ahrar, que reivindicó el ataque. Por ahora, 14 de los 72 muertos han sido identificados como seguidores de esta religión, según la Policía. “El rumor de que el blanco eran los cristianos se ha extendido rápidamente fuera del país, pero no estamos seguros, es una zona con una población relativamente baja respecto a esta minoría, aunque hay zonas de la ciudad con hasta un 90% de cristianos”, explica Hasan Askari Rizvi, un reconocido analista de Defensa.
Rizvi afirma que Jammat ul Ahrar es una facción especialmente violenta de los Talibanes de Pakistán que vienen de áreas tribales y no están conectados con el caso de Qadri. El grupo, aunque ideológicamente sigue cercano a los talibanes, anunció su separación en 2014 y ha mostrado su apoyo público al Estado Islámico (ISIS, por sus sigas en inglés). Al igual que este analista, la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán, condena de manera rotunda el atentado y asegura que es pronto para asegurar que los cristianos eran el blanco.
Lo que sí está claro para los diferentes sectores de la sociedad es que el del domingo fue un ataque bastante significativo. Además de un gran número de niños entre las víctimas, atacó la ciudad clave de Punjab, el Estado donde basa su poder el primer ministro, Nawaz Sharif, y que había sufrido relativamente poca violencia en los últimos años comparada con ciudades como Karachi o Pashawar. “Esto demuestra que la guerra de Pakistán para eliminar el terrorismo está lejos de terminar. A pesar de los largos operativos del Gobierno estos grupos han demostrado que pueden seguir causando gran daño”, dice Askari Rivzi.