Usted está aquí
Otto Dix, un retratista Incómodo, prolífico y de mala fama
Incómodo, prolífico y de mala fama: con sus perturbadores cuadros sobre la guerra y sus despiadados retratos de la sociedad de la época, el pintor Otto Dix, nacido hace 125 años en la ciudad germana de Gera, puso al descubierto la Alemania del siglo XX.
"Yo inventé la Nueva Objetividad", reclamó en su momento Otto Dix sobre el movimiento artístico surgido en Alemania a comienzos de los años 20 como rechazo al Expresionismo.
Su monumental tríptico "Grossstadt" (Metrópolis, 1927/1928), que puede verse en el Museo de Arte de Stuttgart, concilia como ninguna otra obra las facetas de su mordaz crítica social. En la pieza central del tríptico refleja el barullo nocturno de un bar de baile al ritmo de una banda de swing. Mientras, en las partes laterales se pueden ver prostitutas que desfilan ante mutilados de guerra.
Dix, que nació el 2 de diciembre de 1891, no tenía miedo de reproducir la violencia más cruda, el miedo puro y la pobreza del proletariado, así como la voracidad por la vida de una extravagante burguesía de la gran ciudad. "Dix buscaba lo típico de su tiempo en los extremos", resume la directora del museo de Stuttgart, Ulrike Groos.
Formado en la Escuela de Arte y Oficios de Dresde -en el este de Alemania-, donde permaneció de 1909 a 1914, cuando se alistó como voluntario en la Primera Guerra Mundial, se convirtió en "un pintor estrella de mala fama de la República de Weimar", indica el profesor Olaf Peters, experto del Instituto de Historia del Arte de la Universidad Halle-Wittenberg.
Tras la Primera Guerra Mundial, estudió en la Academia de Artes Plásticas de Dresde (1919-1922), donde formó un grupo artístico radical de escritores y artistas expresionistas y dadaístas bajo el nombre de "Dresdner Sezession Gruppe 1919".
Escandalizó con sus cuadros sobre la guerra dadaístas y despiadadamente realistas, señala Peters. "Sus retratos fueron vistos como demasiado reveladores y su creciente estilo cercano a los clásicos fue denigrado y calificado de reaccionario por los críticos de la izquierda", agrega el experto sobre las obras llenas de una dura crítica social para las que recuperó técnicas del Renacimiento como la del temple sobre tabla.
Distanciándose del Expresionismo y el Dadaísmo, Dix quería mostrar la República de Weimar (1918-1933) tal y como la veía, lo que le llevó a ser uno de los participantes de la exposición "La Nueva Objetividad" en 1925, en Mannheim. A finales de ese año, y tras unos años en Düsseldorf, decidió trasladarse un tiempo a Berlín, donde alcanzó una gran fama como retratista de sociedad.
Dix es el único pintor alemán del arte contemporáneo, que expuso tanto en la extinta República Democrática de Alemania (RDA) como también en la República Federal de Alemania y fue reconocido oficialmente en las dos partes.
Aunque vivía en el oeste del país, viajó regularmente a Dresde, donde tenía un taller. Posteriormente, transmitió expresamente su deseo de que su obra principal "Grossstadt" estuviera en Stuttgart.
La Colección de Gera cuenta con más de 400 trabajos del artista. No obstante, las 300 obras de Dix expuestas en el Museo de Arte de Stuttgart componen el fondo más importante del pintor, entre las que se encuentran el "Autorretrato como soldado" y "Retrato de la bailarina Anita Berber".
Muchas obras de Dix son denuncias contra la guerra y el militarismo. La Primer Guerra Mundial, que Dix vivió en carne propia como soldado en el frente, le dejó profundas huellas e influyó en su obra. Dix atacó a la sociedad de sus días pintando demacradas prostitutas callejeras, personas de la gran ciudad locas por divertirse entre el lujo y la miseria, mutilados por la guerra y suicidas.
Con la llegada del nazismo sus obras fueron confiscadas en 1934 consideradas como "arte degenerado" y muchas de ellas fueron quemadas. Fue entonces cuando decidió emigrar al sur del país y residir junto al Lago Constanza, en el sur de Alemania, donde murió el 25 de julio de 1969 con 77 años.
En 1945 fue de nuevo movilizado por las filas alemanas en la Segunda Guerra Mundial y hecho prisionero por el Ejército francés en Colmar. Un año después recuperó su libertad. "Fue uno de los primeros artistas que plasmó en sus obras los horrores de la guerra moderna y de la realidad de la posguerra", afirma Groos.
Muchas de sus obras denunciaron el sin sentido de la guerra, su falso heroísmo y la fuerza técnica del aniquilamiento. Sin embargo, Dix fue también un retratista genial, recuerda la directora del museo de Stuttgart.
También actualmente se ven a diario reportajes espantosos de desesperados y resignados, súper ricos y súper pobres, de los protagonistas de una sociedad despedazada, apunta Ina Conzen, curadora de Clásico Moderno de la Galería Estatal de Stuttgart.
"Vemos los heridos y muertos en las guerras y ataques terroristas", recuerda. Que los cuadros pintados hace 100 años por Otto Dix sean mucho más poderosos, que su despiadado realismo supere cualquier toma cinematográfica, muestra la grandeza de su arte, agrega.