Si un elemento de nuestra vida pública le causa agravio a la sociedad ese es, sin lugar a dudas, la corrupción gubernamental. Y el malestar se incrementa cuando, frente a las denuncias y los hechos documentados, lo que prevalece es la impunidad de los corruptos.

No fue extraño entonces que el hartazgo producido por esta realidad llevara a los electores a votar masivamente a favor de Andrés Manuel López Obrador en los comicios de 2018, pues una de las expectativas más importantes que despertaba su arribo al poder era justamente el combate eficaz a la corrupción.

Su imagen de hombre honesto –que, en esencia, prevalece hasta hoy– concitó la voluntad de decenas de millones de ciudadanos para quienes el triunfo de la izquierda implicaba poner un “hasta aquí” a la escandalosa conducta de quienes hasta entonces habían poblado las oficinas gubernamentales.

La expectativa, por desgracia, no se ha cumplido. Y no ha ocurrido ni con la corrupción del pasado ni con la del presente, pues a los agravios cometidos por gobiernos anteriores se han ido sumando no pocos casos protagonizados por quienes integran el “movimiento” del Presidente.

Todos los casos denunciados y documentados por medios de comunicación y organizaciones de la sociedad civil especializadas en la investigación de la corrupción son reprochables. Pero poca duda cabe que los más criticables son aquellos en los cuales se encuentran involucrados familiares directos del Presidente de la República.

Ayer, el portal Latinus presentó un nuevo video en el que Martín Jesús López Obrador, hermano menor del Presidente, aparece recibiendo 150 mil pesos en efectivo de manos de David León Romero, el mismo que aparece en los videos en los que Pío, otro hermano del titular del Ejecutivo Federal, recibe paquetes de dinero en sobres de papel.

En ambos casos se trata, de acuerdo con la información difundida, de hechos ocurridos en el año 2015 cuando Morena, partido fundado por el Presidente, participó por primera vez en una elección.

En ocasión de los primeros videos, el mandatario aseguró que se trataba de “aportaciones al movimiento” y no de actos de corrupción. Muy probablemente hoy, si acaso se refiere al tema en su conferencia mañanera, ofrecerá una justificación similar.

Un adelanto en este sentido lo ofreció anoche mismo la dirigencia nacional de Morena, al publicar en su cuenta de Twitter que la difusión del video de Martín Jesús López Obrador forma parte de “los ataques de la derecha”, y afirmando que “la honestidad y transparencia” de dicho partido “es incuestionable”. En otras palabras, ni una gota de autocrítica.

Con independencia del juicio que sobre este hecho concreto cada quien se forme, lo que queda flotando en el ambiente es la decepción de comprobar que en la clase política del País, para desgracia colectiva, acaso no existan excepciones en eso de recrear y/o tolerar la delincuencia y promover la impunidad de los corruptos.