Las Chivas disputaban la Libertadores del 2005 y necesitaban un fichaje para la justa continental.

Fue ahí donde apareció un "desconocido" Oribe Peralta, que se enfundó por primera ocasión en la playera del Rebaño, sin saber que años más tarde se convertiría en jugador del América para después, en el ocaso de su carrera, volver al conjunto rojiblanco.

Fueron 46 días lo que duró la estadía de Peralta en el redil rojiblanco que llegó para reforzar a las Chivas en la fase de Octavos de Final. Néstor de la Torre, vicepresidente del club de aquel entonces, fue el encargado de cerrar la negociación con Rayados de Monterrey. Tenía tan sólo 21 años.

El 16 de mayo, Peralta llegó a Guadalajara con apenas nueve partidos completos en Primera División donde se las había ingeniado para marcar la misma cantidad de goles. 

Tras reportar con el Rebaño, Oribe saltó al banquillo en el partido de ida de Octavos de Final donde el Chiverío se midió ante Pachuca con empate final. Sin Omar Bravo y Alberto Medina, el héroe rojiblanco fue Francisco Palencia.

Para la vuelta, celebrada en el mítico Estadio Jalisco, el delantero ingresó al 80’ portando el dorsal ‘21’ en la victoria de las Chivas 3-1 sobre un Pachuca que había armado un tremendo trabuco. José Cardozo, Jared Borgetti y Rodrigo Ruiz portaban los colores hidalguenses.

En Cuartos chocaron con Boca Juniors una llave que la afición rojiblanca jamás olvidará. En la ida golearon 4-0 al conjunto bostero en un juego donde Peralta ingresó al 88’.

Para las Semifinales, Oribe saltó como titular ante Paranaense, gracias a las seis bajas por la Copa Confederaciones 2005. Peralta jugó 76 minutos y para la vuelta únicamente disputó cinco.

Aquel partido, celebrado un 30 de junio de 2005, fue la última ocasión que Peralta que vistió de rojiblanco, firmando una historia que apenas duró 46 días, en los que sumó apenas 93 minutos en Libertadores y ahora, 14 años más tarde, vuelve por segunda ocasión al redil.