‘Optimizar chingaderas’

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‘Optimizar chingaderas’

Diego Enrique Osorno fue invitado hace unas semanas a las instalaciones de VANGUARDIA y allí, quienes tenemos un espacio de opinión en estas páginas accedimos a un privilegio singular: sostener una charla con el autor de uno de los libros más leídos -o, al menos, más comentados- del momento: “Slim, biografía política del mexicano más rico del mundo”.

Y fue un privilegio singular -al menos para mi- porque Osorno acudió a la reunión con los articulistas de esta casa editora, no para presentar su libro, ni específicamente para hablar sobre éste, sino para compartir generosamente su fórmula personal para escribir texto periodísticos.

Antes de esa plática había leído un par de artículos en los cuales se hacía referencia al libro. Uno de estos, de la autoría de Ciro Gómez Leyva, centraba la atención en una de las muchas frases textualmente transcritas por el autor en la cual queda claro el distanciamiento entre el dueño de Telmex y el expresidente Carlos Salinas de Gortari, a quien largamente se ha señalado como “socio” -cuando menos- de Carlos Slim.

El libro me interesó desde entonces, pero decidí leerlo cuando escuché a Osorno señalar la principal razón por la cual concibió la idea de realizar una exhaustiva investigación sobre la vida del hombre más rico del mundo: quería entender al personaje y se resistía a quedarse con el cliché y los abundantes juicios fáciles sobre el empresario.

El resultado es un gran libro y una espléndida lección de cómo se hace buen periodismo y sobre el significado real de un concepto utilizado hoy con impunidad absoluta por muchos redactores pretensiosos: el periodismo de investigación.

Independientemente de si los lectores del libro confirman, corrigen o matizan su personal percepción sobre el magnate de origen libanés, el texto de Osorno constituye un ejemplo relevante del tipo de periodismo necesario en nuestro País, inundado hoy de conductores, articulistas, editores y redactores adictos al facilísimo discursivo, al juicio sin sustento, a la inferencia absurda y a la grosera presentación de garabatos, ideas sueltas y colecciones de lugares comunes como “periodismo de investigación”.

Durante siete horas -divididas en tres entrevistas- el periodista resistió la posibilidad de ser “seducido” por el dueño de la cadena Sanborn’s. Y se preparó para ello, según nos compartió en la charla, pues conocía de las habilidades de seducción de “El Ingeniero”, desplegadas por éste en diversas conversaciones y entrevistas con otros periodistas del mundo.

Sin duda, Osorno tiene un punto de vista, una opinión sobre Slim. Sus convicciones personales las aclara sin ambigüedades al inicio del libro: “la lucha de clases es motor de mis historias y de muchos otros narradores a los que nos tocó vivir en esta era tan efervescente y desigual”, afirma con puntualidad en el penúltimo párrafo de la introducción.

Pese a sus convicciones, presenta los resultados de una muy larga investigación con sobriedad, pulcritud y sin pretender, al menos en general, colocarse frente a sus lectores como el “decodificador” de Slim.

Cuando se escribe no se puede ser aséptico, desde luego, y el autor de “Slim…” no lo intenta. Pero sí se puede ser profesional y apegarse a las mejores reglas del oficio. En ese renglón Osorno obtiene notas sobresalientes.

En la charla sostenida en VANGUARDIA le pregunté si había logrado el propósito de entender al personaje. La respuesta no fue un contundente sí o no, sino un lacónico retrato de la cabeza de grupo Carso: no es un iletrado, ni un individuo frívolo, pero sin duda es un hábil lector de los momentos políticos y saca ventaja de eso.

Quizá esa es la parte menos contundente del libro. Como buen reportero, Osorno le presentó de múltiples formas el mismo cuestionamiento a Slim una y otra vez: “es usted un hombre poderoso… tiene vínculos con el poder y con los políticos… usa su poder para influir”.

Pero, aún cuando en algún momento el magnate advierte al periodista sobre el hecho de haberle obligado a decir cosas que no había dicho nunca, es absolutamente firme en la idea de no reconocerse como un hombre “poderoso”, niega reiteradamente destinar recursos a hacer lobbing y abjura de la posibilidad de estar interesado en el poder político.

En fin: una investigación digna de elogio. La lectura constituye, al menos hasta ahora, la mejor ventana para asomarse a la posibilidad de comprender cómo puede seguir siendo una persona de carne y hueso el hombre mas rico del planeta.


Aristas
Me quedé con la idea de Slim como un hombre de ideas concretas, sencillas y sin pretensiones. Me llamó la atención, en particular, su definición de la programación lineal, un método matemático cuya fama se debe, sobre todo, a su uso intensivo durante la Segunda Guerra Mundial: “Yo lo que te digo es que la programación lineal es optimizar chigaderas; o sea: simplificar cosas, sintetizarlas, entenderlas y hacerlas más eficientes”.

La receta para la acumulación sin par de riqueza en 23 palabras.

¡Feliz fin de semana!

carredondo@vanguardia.com.mx
Twitter: @sibaja3