OFDC debuta en Bellas Artes

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OFDC debuta en Bellas Artes

Foto: Twitter
La casa máxima de la expresión del arte en México los recibió por primera vez

Ciudad de México. El día esperado para la Orquesta Filarmónica del Desierto de Coahuila (OFDC) llegó. La casa máxima de la expresión del arte los recibió por primera vez, desde la creación de la orquesta, hace casi tres años. Acompañados de Martín Madrigal, uno de los mejores guitarristas mexicanos, la Orquesta ofreció una presentación que causó que la gente se pusiera de pie ante los músicos.

La multitud llegó a las afueras del Palacio de Bellas Artes antes de las 19:00 horas de este sábado, día en que la OFDC pisó el escenario donde han tocado las mejores orquestas del mundo.

Algunos de los espectadores llegaron con su boleto para ingresar al edificio; otros a ver y escuchar en la pantalla que se encontraba a un costado del recinto, donde la gente pudo deleitarse con la música de forma gratuita.

Con una presentación que duró dos horas, el maestro Natanael Espinoza dirigió a los músicos que transmitieron la esencia del norte del país, mediante un programa de música contemporánea.

La presentación inició puntual y las puertas del Palacio, que se encontraba lleno casi en su totalidad (con una capacidad de casi dos mil personas) se cerraron. Hubo quienes compraron previamente su boleto y se quedaron afuera, aunque habían llegado solo cinco minutos tarde. En ese momento se resignaron con ver a la orquesta únicamente por la transmisión que se hizo en vivo en las pantallas con las que cuenta el edificio.
Los músicos se colocaron en sus lugares y el Director dio la señal de inicio para la interpretación de la obertura  de “Rienzi”, del compositor Richard Wagner. Durante 13 minutos, la OFDC tocó la pieza que fue estrenada en la Ópera de la Corte de Dresde en octubre de 1842.

Después de una pausa de unos tres minutos, Martín Madrigal salió acompañado de su guitarra para interpretar la Tangata de agosto, de su amigo argentino, el autor Máximo Diego Pujol.

“La obra que toqué es de un gran  amigo mío argentino. Fui el primero que toqué en México esta pieza y lo he estrenado en varias partes de la República Mexicana y en otros países. La escogimos porque no se había tocado nunca en la Ciudad de México, entonces fue una pincelada muy fresca para la gente”, expresó el guitarrista originario de Torreón, quien agradeció al Director de la Filarmónica del Desierto por haberlo invitado a participar en su debut en el “primer escenario” de México.

El concierto continuó con el díptico Maximiliano y Carlota, del autor regiomontano Arturo Rodríguez, quien con su pieza rescata a dos figuras de la historia nacional. Luego de 22 minutos, la orquesta hizo una pausa. Las puertas del Palacio de Bellas Artes se abrieron nuevamente y la gente que se había quedado afuera pudo entrar a apreciar en vivo la presentación.

Después de 20 minutos, una campana dio aviso de que todos debían regresar a sus lugares, pues los músicos estaban a punto de tocar la última pieza.

Mientras todos se acomodan en sus asientos, los músicos prepararon sus instrumentos e hicieron algunas pruebas. Para cuando Natanael Espinoza subió al escenario, todos estaban listos para la señal que les indica que comiencen a tocar.

Para cerrar, la Orquesta interpretó la Sinfonía Número 5 en mi menor de Piotr Ilich Chaikovsky, pieza musical que muchos analistas han comparado con la Quinta Sinfonía de Beethoven, por el hecho de que en ambas es perceptible el mismo concepto estético y humano de la victoria a través de la lucha.

Con los movimientos suaves y delicados de los brazos, las manos abiertas y el cuerpo de Espinoza, comenzaron a sonar los clarinetes en forma solemne y reflexiva, que en los próximos 47 minutos cambia a un ritmo más grave, así como cambian también los movimientos del Director, que en esos momentos cierra los puños y mueve brazos y cuerpo de forma brusca.

El concierto terminó a las 21:20 horas. Las ovaciones se hicieron presentes y un ramo de flores llegó a las manos de Espinoza, quien como agradecimiento alzó varias veces sus brazos hacia el público, para después hacer una reverencia. Los músicos se levantaron e hicieron algo poco común al terminar una presentación, se felicitaron entre ellos y con un abrazo celebraron su primer logro: su debut en el Palacio de Bellas Artes.