¿Ocultismo en Cervantes? (3)

Usted está aquí

¿Ocultismo en Cervantes? (3)

Hace alguna algunas lunas publiqué aquí un díptico sobre el lado oscuro, una cierta arista o ángulo sobre ocultismo en la inconmensurable obra de Miguel de Cervantes, y específicamente en “Don Quijote de la Mancha”. El texto fue bien leído y replicado. Tuvo su buen eco.

Lectores atentos como usted, el cual me favorece con su atención, pidieron más letras al respecto. Hoy acometo de nuevo el reto. Espero que sea de su interés y, bueno, esto de Cervantes y su obra, es como hablar de Dios y la Biblia, como hablar de Francis Scott Fitzgerald y sus letras, es como ocuparnos de Michel de Montaigne y sus ensayos inconmensurables: no tienen fin y aceptan multiplicidad de lecturas, interpretaciones y reelaboraciones. Es decir, son textos que se “enrollan” y “desenrollan” conforme el talento de quien escriba. Yo, en esta columna, espero tener el talento para que me lea y le sirva lo siguiente.

¿Cuántas veces ha leído usted “Don Quijote”, estimado lector? ¿Cuántas ediciones tiene? ¿Anotadas, el texto solamente o ilustradas, con los supremos dibujos de Gustave Doré, con otros ilustradores? ¿El libro lo tiene con prólogo, sin prólogo? ¿En qué editorial? Las preguntas son infinitas. Sí, como lo es el mismo libro. Se nos podría ir la vida en leerle, releerlo y, en cada ocasión, usted encontrará resonancias nuevas y secretas. Aquello que usted había subrayado en plumón rojo en una lectura, ahora tal vez no le dirá nada, y señalará con plumón morado y remarcado, nuevos pasajes, nuevas frases. Es decir, son nuevos sus intereses, nuevas apetencias y gustos en materia de conocimiento y lectura.

Es el caso de lo siguiente. Aquí van los “toritos” o perlas de ocultismo y situaciones paranormales que he leído y no, no las había identificado en una primera lectura. Por cierto, las comenté hace poco con dos buenos lectores, el joven abogado que más sabe sobre cuestiones electorales en Coahuila, Gerardo Blanco, y con el chef de sabor huracanado, Juan Ramón Cárdenas. Lea el siguiente fragmento de la parte I del capítulo XXXI: “que hay sabio destos que coge a un caballero andante durmiendo en su cama, y, sin saber cómo o en que manera, amanece otro día más de mil leguas de donde anocheció”. ¡Caramba! ¿Qué diantres es esto: un viaje astral, una abducción, una teletransportación, un ovni fue por Sancho, un “recuerdo falso” como dijo alguna vez Jorge Luis Borges, o simplemente es un mal sueño o un acto de levitación? Vamos iniciando, luego líneas después se lee: “(paleando en las sierras de Armenia de repente, llega en auxilio de un caballero en apuros y) asoma por acullá, encima de una nube o sobre un carro de fuego, otro caballero amigo suyo…”

Esquina-bajan
Léalo y reléalo, estimado señor: llega un caballero a la batalla a salvar a su amigo, posado en una “nube” o “carro de fuego”. ¿A qué le remite, llegó en un avión, en un helicóptero Apache de la armada gringa, llegó en un ovni? Puf. Creo que usted ya lo intuyó, es una clara referencia a la Biblia en varios de sus libros. Es decir, es una relectura morosa sobre todo del libro del profeta Isaías, y usted recuerda por supuesto lo siguiente a la letra: “Porque he aquí que Jehová vendrá con fuego, y sus carros como torbellino, para descargar su ira con furor, y su reprensión con llama de fuego”. ¡Ah! Qué palabras de poder y qué prosa tan enérgica, señor lector. Por eso la Biblia es lo que es. 

Ahora bien, don Miguel de Cervantes, escritor y mílite, presumía de haber participado en “la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros”, es decir, participó en la Batalla de Lepanto (octubre 1571). Y según las crónicas de él mismo y de la época (de otros participantes como Juan Boada), ocurrió un fenómeno atribuido a la intervención de la Virgen. Escribe Boada: “Al principio todo les era favorables a los turcos: viento, mayor número de soldados y la línea de naves más extendida; pero de repente, muda de dirección el viento y, debido a su impetuosidad y fuerza, lleva el fuego y humo de artillería contra los infieles, cegándoles totalmente la vista”. ¿Qué pasó, quién sopló y barrió a la armada de los turcos y los destruyó mediante metralla y fuego?

Ya está viendo, estimado lector, que esto cada vez se pone mejor. En lo personal ignoro muchas cosas y el entramado histórico al respecto, por eso me preparo tanto y trato de ofrecerle a usted muchas aristas insospechadas de este tema. Pero quien más sabe sobre Cervantes y su obra es el maestro lagunero avecindado en la Ciudad de México, Juan Antonio García Villa, quien me comparte esta perla: “a mí siempre me ha llamado la atención que los nombres de don Quijote y Sancho, a lo largo de ambas partes de la gran fábula, tengan exactamente el mismo número de menciones: 2 mil 168. Verdaderamente increíble…”
 

Letras minúsculas
¿Azar, coincidencia o, de plano, deliberado lo anterior? Volveré una y otra vez a este tema, señor lector.