Obstinación

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Obstinación

Especial

La obstinación de Andrés lo condujo a la Presidencia. Esa misma obstinación está llevando a México al borde del precipicio.

Los que votaron por él poco harán para evitar los inminentes daños. Increíble que un porcentaje tan reducido pueda decidir la suerte de un país tan importante.

Andrés está enfocado a un pasado que nunca regresará. Peor aún, cree que la crisis de la pandemia está de su lado y que es una aliada de su agenda regresiva. Son prueba sus ataques a molinos de viento tanto literalmente hablando, como figurativamente.

Si muchos siempre hemos dudado de su capacidad, sus respuestas ante la crisis económica y sanitaria resultan francamente de risa loca. No es pequeño el problema que afrontamos los mexicanos porque ahora ¿cómo le damos la vuelta?

Andrés debería ver hacia el futuro. Propongo que alguien lo cuestione en forma directa. La evidencia está a la vista y debe ser obligado a responder a preguntas muy específicas.

La pandemia va a cambiar el comportamiento de todos los habitantes del planeta. Y el rumbo de esos cambios tiene especial incidencia en los proyectos consentidos del Presidente. Si antes no se justificaron y el Congreso los toleró para mantenerlo contento, ante la crisis triple de economía, pandemia y desplome petrolero, a cualquier persona de mediano entendimiento le puede caer el veinte. Veamos.

Podemos esperar una baja enorme en la actividad turística internacional durante la próxima década. Las líneas aéreas y los hoteles de lujo resentirán las nuevas costumbres del aislamiento social que se están afianzando en este momento.

Entonces, así de golpe, el Tren Maya queda desamparado y sin justificación. Dudo que haya inversionistas para este capricho presidencial.

También el tráfico aéreo se va a desplomar. Eso quiere decir que el aeropuerto Benito Juárez volverá a operar en forma totalmente desahogada. No se requieren ni Texcoco ni Santa Lucía. O sea que hay que suspender la obra en Santa Lucía más que inmediatamente. No hacerlo sería tirar dinero que hará falta para otras nuevas prioridades.

El precio internacional del petróleo también está siendo afectado por la pandemia. La actividad económica en general será reducida o forzada a modernizarse como ya está sucediendo. Mucho comercio se está desplazando hacia el comercio electrónico, la entrega en domicilio y el trabajo desde casa. Esta es otra herencia directa e inevitable de los nuevos hábitos generados por el coronavirus.

Pensando en el futuro inevitable, Andrés debería ser el primero en darse cuenta de la nueva realidad y reaccionar positivamente, constructivamente. En vez de ello insiste en proteger sus inversiones caprichosas y hacerles espacio en el golpeado presupuesto.

Todas estas reacciones equivocadas crean múltiples circuitos de retroalimentación acelerada. En vez de corregir, amplifica los errores. En vez de aceptar y entrar en razón, su obstinación lo deja ciego ante la realidad que cambió súbitamente.

Los empresarios, a través del Consejo Coordinador Empresarial han iniciado un movimiento para poder ejercer presión. Sin embargo, Andrés los ignora. La única receta contra la obstinación es aumentar la presión hasta que cambie su política, y entre más pronto mejor.

Si desde que entró Andrés muchos tuvimos temor de que pudiera su incapacidad llevarnos a un desastre económico, ahora con la triple crisis el país está quedando en una situación hipercrítica y muy peligrosa.

La solución a la obstinación la puede tener el congreso, o los empresarios, o un grupo de médicos prestigiados o inclusive abogados que denuncien la falta de ropa del emperador.

O bien esto puede tomar un cauce por una rebelión a nivel estatal, enfocada a lo vulnerable que resulta el convenio de coordinación fiscal. Lo único que no procede es cruzarse de brazos.

javierlivas@infinitummail.com