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Nuevo León, reprobado en penales
CDMX.- El deficiente sistema penitenciario de Nuevo León ha permitido durante años que los grupos delictivos se coronen como los reyes del control y la integridad de quienes habitan en los centros de reclusión. Al ingresar al Centro de Reinserción Topo Chico, las personas son advertidas del costo: o pagan en efectivo o con su vida.
La entidad tiene tres penitenciarías: el Centro de Reinserción Topo Chico, localizado en la ciudad de Monterrey, y dos ubicados en municipios periféricos: el Centro de Reinserción Apodaca y el de Cadereyta. La vulnerabilidad provocada por la precaria supervisión de los penales, la baja inversión en su operación y la sobrepoblación han dado la oportunidad a las mafias de manejar a su antojo cada espacio y elemento, principalmente de los penales de Topo Chico y Apodaca.
El testimonio de una madre que pide el anonimato, por seguridad, describe cómo desde que su hijo entró a Topo Chico, líderes del grupo de “Los Zetas” le pusieron una cuota semanal para poder respetar su vida.
Los centros penitenciarios de Nuevo León han sido escenario de cruentas batallas entre “Los Zetas” y el “Cártel del Golfo” (CDG), incluso de miembros del mismo grupo delictivo, quienes pelean el control del dinero obtenido por extorsiones, venta de droga y de beneficios.
Fuentes cercanas a la operatividad de los centros de reclusión estiman que alrededor de 20 por ciento de los internos forma parte de un grupo del crimen organizado.
Aseguraron que aunque los grupos de la delincuencia se han ido diversificando, son “Los Zetas” y el CDN los que tienen el control.