Nueva generación de incrédulos

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Nueva generación de incrédulos

En la séptima década del siglo pasado, en nuestro país se multiplicaron las movilizaciones juveniles. Una gran cantidad de aquellos jóvenes abrazaron en forma desesperada la opción de la guerrilla. Para quienes la participación política vía Partidos y las elecciones no eran una alternativa creíble. Los fraudes en los procesos electorales eran el día a día de los eventos políticos; mi generación creció alejada de esos ejercicios, el PRI arrasaba con todas las mañas posibles. De ahí la ausencia juvenil en los comicios de todos los niveles, regresamos a las urnas cuando el gobierno dejó de organizar las elecciones y fue creado al Instituto Electoral, entonces se llamó IFE, el papel jugado por los iniciadores como José Woldenberg, hizo posible para que en la década de los ochentas el ausentismo en las urnas fuera disminuyendo, y la competencia electoral se fortaleciera, y con ello la democracia. En el nuevo siglo México se convirtió en un país moderno, en donde los cargos públicos se disputaban con los votos. El robo de urnas y otras costumbres priistas parecían haberse quedado en el basurero de la historia.

Desgraciadamente hay entidades que aún se resisten a los cambios; ellas se caracterizan por contar con gobernantes con gran atraso, que se niegan a reconocer la madurez política y cívica de los ciudadanos. En Coahuila, hasta el 4 de junio parecía que transitábamos con paso firme hacia formas de participación política avanzadas; sin embargo, otra vez presenciamos el descaro, el cinismo y el uso de los recursos públicos para favorecer al candidato del gobierno.

Esta situación se presenta no obstante que existen instituciones para garantizar la transparencia en la selecciones, o por lo menos es ese su propósito. Hoy podría evitarse el fraude electoral más grande de nuestra historia política contemporánea, los consejeros del INE tienen la responsabilidad de no incubar otra generación de incrédulos. Si esto sucede, es decir, si se ignoran las pruebas de la existencia de un gran fraude, llegará un nuevo gobernante que enfrentará el repudio de miles de ciudadanos. Es muy factible que un gobierno con esa debilidad por la falta de legitimación se enfrente a graves problemas sociales y políticos.
La del estribo

Si en los últimos días de la administración estatal presenciamos sucesos como el asesinato de dos paisanos por las fuerzas del orden, en este caso el GROM, ¿qué podemos esperar si la llamada fuerza pública participó en la manufactura del fraude electoral del nuevo gobernante? ¿Tendrá la fortaleza, la cara y la voluntad para exigir cuentas cuando los elementos policiales abusen de su poder? Los ciudadanos estaremos más vulnerables ante la incompetencia y el arbitrio de una fuerza pública que se sentirá impune. Lo dicho, si los jueces deciden que el señor Riquelme será el nuevo gobernador, que Dios nos agarre confesados.  


mvalehe@yahoo.com.mx