Nóminas de primera, estadios de cuarta en México

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Nóminas de primera, estadios de cuarta en México

La mayoría de los estadios en México son obsoletos. Salvo excepciones como el de Rayados del Monterrey, el de Chivas, el de Santos y el de Necaxa, el resto no cumple con lo que se requiere en estos tiempos para brindar una buena experiencia a los aficionados. 

El Estadio Azteca, inaugurado hace 52 años, ha sufrido dos grandes remodelaciones y aun así es inoperante e incómodo para los aficionados de a pie, los que compran boleto, no para los directivos que van a sus elegantes palcos y que ni cuenta se dan de lo que realmente sucede.

Hemos documentado lo que se vive al acudir a cualquier partido de futbol, empezando porque el estacionamiento es insuficiente, y aun cuando llegas temprano tienes que darle dinero al viene viene -claro, después de pagar tu boleto de entrada-, porque de no ser así, está en riesgo de ser rayado o encerrado por otros automóviles. Ya que lo logras, imaginemos que caminas por la explanada de Insurgentes en la que te topas con decenas de puestos dentro en los que la piratería pulula y le hacen daño a los patrocinadores como Nike, del América, o Joma, del Cruz Azul, ya que venden mercancía apócrifa.

Ahí no queda la cosa, para ingresar le quitan los cinturones a los hombres, a las mujeres las revisan de una manera denigrante y a las mamás con bebés se atreven a vaciarles los contenidos de las mamilas; pasando este arcaico sistema de seguridad, te encuentras con el siguiente problema: llegas a tu butaca numerada y en la mayoría de las ocasiones está ocupada. Si le pides apoyo a seguridad, te ignora argumentando que quien está ahí es la persona que siempre ocupa el lugar y que sería mejor que te fueras a otro sitio. Te vas a ver el partido, lo cual es casi imposible hacer, ya que hay muchos vendedores frente a ti ofreciendo cerveza, refrescos, pizzas, donas, cacahuates, etc., sin importarles estorbar la visibilidad a la cancha.

Lo más divertido es ir al baño al medio tiempo; te cobran el papel, y lo más nefasto, denigrante y permitido por las autoridades es que si cae un gol, los aficionados de atrás te vacían la cerveza o lo que esperas que sea cerveza. Eso es un día en el Azteca, ni más ni menos. De esto no se dan cuenta los directivos, porque ellos viven en un mundo irreal de palcos con tacos de ribeye, whisky, tequila y un servicio de primera en la zona que fue remodelada para recibir a la NFL. Y ni hablemos de comprar un boleto, que es un galimatías, con taquillas inservibles y la reventa a tope.

Con los Tigres pasa lo mismo, el equipo más poderoso del país y viven sus partidos en el “Cuscatlán del Norte”. Un estadio indigno. 

Inaugurado en 1967 y no parece que le hayan invertido un sólo bulto de cemento en 51 años. Eso sí, gastan y gastan en futbolistas y a sus aficionados los siguen tratando como si fueran de segunda clase, aunque a diferencia del Azteca, no se observa piratería, porque si algo tienen los regios es que son muy fieles a la compra de productos oficiales.

Estos son dos ejemplos de equipos poderosos del país que tienen olvidadas a sus aficiones con estadios que no merecen ser de Primera División, y después se quejan de que no van, aunque en el Universitario son fieles, a pesar de ser una monserga.