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Nobel de Física premia estudio sobre los neutrinos
Madrid. El descubrimiento de ambos físicos “ha cambiado nuestra comprensión del funcionamiento más profundo de la materia y puede ser crucial para nuestra visión del universo”, ha dicho la Academia de Ciencias Sueca, que cada año otorga este galardón.
Kajita trabaja en el experimento Super-kamiokande y está afiliado a la Universidad de Tokio. McDonald está adscrito a la Queen’s University de Canadá.
Los neutrinos han sido las partículas más misteriosas del universo. Cada segundo, billones de ellos atraviesan nuestro cuerpo, nuestras casas y el resto del planeta sin dejar rastro alguno, lo que les ha valido el apodo de fantasmas. Parte de ellos se crean en la atmósfera terrestre cuando incide en ella la radiación cósmica y otros son producidos en reacciones nucleares dentro del Sol. Los únicos lugares donde son visibles es en descomunales detectores instalados debajo de montañas, en viejas minas y otros lugares naturalmente protegidos contra cualquier tipo de interferencia por parte de otras partículas más pesadas. Los neutrinos son tan rápidas y ligeros que se pensaba que no tenían masa. Hasta los descubrimientos de McDonald y Kajita, se calculaba que que gran parte de ellos desaparecen sin explicación posible.
Kajita observó la oscilación de los neutrinos gracias al Super-kamiokande, una descomunal piscina con decenas de miles de toneladas de agua construida a un kilómetro bajo tierra en Japón. En algunas ocasiones, cuando un neutrino atraviesa el agua, interactúa con los electrones de este líquido lanzando un destello de luz que permite cazar y estudiar una instantánea de estas esquivas partículas. Kajita se centró en los neutrinos que llegan desde la atmósfera y observó que estas oscilan entre dos estados o identidades diferentes. Por su parte, McDonald trabajó a más de dos kilómetros bajo tierra, en una vieja mina de níquel de Ontario reconvertida en el Observatorio de Neutrinos de Sudbury. Gracias a esta instalación comprobó que los neutrinos que se producen en el Sol no estaban desapareciendo en su camino hacia la Tierra, sino que al llegar a ella simplemente habían oscilado, cambiando así de identidad.
Esto explicó por qué hasta el momento los cálculos teóricos mostraban que dos tercios de los neutrinos que deberían llegar a la Tierra no eran detectados por los experimentos. Los descubrimientos de ambos físicos explicaban que estas partículas no desaparecen, sino que oscilan entre tres formas o identidades diferentes a las que los físicos llaman sabores, un fenómeno basado en la mecánica cuántica. Los descubrimientos de Kajita y McDonald permitieron además demostrar que, a pesar de su fantasmagórica presencia, los neutrinos tienen masa, al contrario de lo que se había pensado durante décadas.