No tiene reversa
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No tiene reversa
Ya tiene 81 años pero no es un anciano paralítico, silenciado por los “golpes de la vida”, sin fuerzas ni compromiso. Todo lo contrario probablemente es la voz y el ejemplo más visto y oído en el orbe. Sus acciones y mensajes cotidianos son publicados en todos los medios. ¿Por qué ha ganado tanto auditorio, cuando hace apenas cuatro años era un desconocido, un cardenal sin méritos académicos, ni renombre internacional?
Ciertamente porque es el Papa. Pero eso no es todo. Él es un Papa que tiene prisa por mostrar una Iglesia con un rostro transparente y le está borrando las arrugas seculares que la encerraban en sí misma. Es la reforma de la Iglesia que iniciaron San Juan XXIII y los 3 mil padres del Concilio Vaticano II: Una Iglesia al servicio del sufrimiento y la esperanza del hombre de hoy.
El Papa Francisco cumplirá cuatro años en la sede de Roma el próximo lunes. Para algunos no ha generado cambios importantes como los que se refieren al “Control de la Natalidad”, “al Celibato de los sacerdotes”, al “Ministerio Sacerdotal de las Mujeres”, al “Matrimonio entre Homosexuales”, sin embargo, ha realizado cambios muy profundos y trascendentes para la Iglesia y el mundo.
Antes del Papa Francisco, lo más importante eran una lista de reglas, prohibiciones y castigos, una religión de obligaciones mecánicas. Hoy el criterio es la compasión y la misericordia, es un poner en primer lugar aquello de “tuve hambre y me diste de comer”. Ya no se vale hacerse tonto y pasar de largo (“sordearse”) ante el sufrimiento y la injusticia. Esto lo predica el Papa todos los días y en todas partes con acciones concretas en favor de los desposeídos o “descartados”sociales como él los llama.
Thomas Reese, un periodista católico, para explicar lo trascendente de este cambio hace la distinción de la “Ortodoxia” (explicar la Fe) de la “Ortopraxis” (Vivir la Fe) como un ingrediente de la reforma que promueve el Papa. Durante siglos, la mayor preocupación de los Papas y la Jerarquía Católica era la ortodoxia, hoy esas son palabras estériles sin la ortopraxis del Evangelio. Esta intención del Papa Francisco lo ha llevado a promover el debate de los temas morales que antes eran prohibitivos como la primacía de la conciencia sobre la ley. Un ejemplo de ello es el respeto que manifiesta hacia el Sínodo de Obispos (que antes discutían solamente lo que les permitía la Curia Roma), al grado que cuatro cardenales lo criticaron y él no los anatematizó.
Hoy el Papa Francisco rescata a los católicos de la falsa dicotomía de santos y pecadores, de “buenos” y “malos” en que tradicional e hipócritamente se clasificaban a los seres humanos. El hoy, revela la santidad y gracia de los imperfectos. Para El todos somos enfermos, y la Iglesia es un hospital de misericordia para atender, servir, curar a todos sin distinción alguna.
Esta es una profunda liberación de una Iglesia atrapada por los “perfectos profesionales” cuya rigidez ha enfermado tanto al Pueblo de Dios.
La ecología hasta antes del Papa Francisco había sido atendida como un tema científico. Él ha sacudido la conciencia de la humanidad (y ojalá también de los católicos) afirmando que es un problema moral y atentar contra ella es un grave pecado porque destruye “el hogar” de la familia humana.
Probablemente pasará desapercibido este aniversario del papa Francisco. La que llegó para quedarse es su reforma de la mentalidad católica, aunque lleve un tiempo para que la asimilemos todos los bautizados incluyendo las mitras y las sotanas. El auto del Papa Francisco no tiene reversa.