¿No siempre funciona disciplinar a sus hijos adolescentes? Aplique estos 3 principios

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¿No siempre funciona disciplinar a sus hijos adolescentes? Aplique estos 3 principios

Foto: Tomada de Internet
Mírelo de esta manera: si a usted alguien lo/la trata mal o dice un comentario hiriente, ¿usted piensa, “qué bueno, quiero hacerte caso, quiero mejorar”? ¡Por supuesto que no! Usted se siente herido y puede querer revancha.

“¡Estás castoigado por un mes!”

“¡Te quedas sin teléfono!”

“¡No volverás a salir con tus amigos!”

“¡Qué diablos tienes!”

Si usted es padre o madre de adolescentes, es probable que haya pensado estas frases y que se le hayan escapado de la boca. ¿Y castigos físicos, como golpear, empujar o zarandear?

Sí, tener hijos adolescentes que no escuchan, que no respetan las normas o son irrespetuosos es una tarea difícil y genera ira y frustración.

Al sentirse enojados o frustrados, es posible que los padres reaccionen gritando expresiones duras en un intento de “poner a su hijo en su lugar”, o, en otras palabras “disciplinarlos”.

Lamentablemente, la palabra disciplina suele ser sinónimo de “castigo”. De hecho, una de las definiciones de disciplina es “la práctica de entrenar a las personas para obedecer normas o un código de conducta, usando el castigo para corregir la desobediencia”.

Entonces, ¿cuál es el problema que implica esta forma de pensar?

Hay una serie de efectos psicológicos que se producen de los cuales los padres no tienen conciencia.

Primero, la disciplina que emplea el castigo no ayuda a su hijo adolescente a aprender. Al contrario, puede tener el efecto opuesto.

Sí, quizás altere su comportamiento temporalmente, pero ¿habrá un cambio duradero en su forma de pensar y en su carácter? En absoluto.

Piense en esto: emplear castigos para enseñar a los adolescentes (y a niños de todas las edades) a portarse bien sólo hace que se sientan peor con ellos mismos.

Mírelo de esta manera: si a usted alguien lo/la trata mal o dice un comentario hiriente, ¿usted piensa, “qué bueno, quiero hacerte caso, quiero mejorar”? ¡Por supuesto que no! Usted se siente herido, resentido con esa persona y hasta puede querer la revancha (lastimarla porque a usted lo o la lastimaron).

Bueno, a los adolescentes les pasa lo mismo. Hacerlos sentir mal no los estimula ni les enseña un cambio duradero.
Segundo, la disciplina que emplea el castigo genera en los adolescentes resentimiento, deseo de venganza y en definitiva rebeldía. De hecho, en el reconocido libro sobre la crianza de los hijos “Positive Discipline”, Jane Nelson señala los Cuatro R (resultados) del castigo, a saber, el resentimiento, la revancha, la rebeldía y el repliegue.

Si su adolescente está experimentando alguno de estos sentimientos, ¿usted cree que está aprendiendo de la experiencia? Por supuesto.

Por lo tanto, ¿qué debería hacer usted en cambio?

Primero, los hijos que sienten una conexión con sus padres tienen más posibilidades de escuchar y cooperar. El Dr. Shefali, psicólogo clínico y autor de “Out of Control” lo resume perfectamente: “La primera tarea de todo padre es establecer una conexión. Si el padre o la madre ha establecido una fuerte conexión con su hijo, podrá exponerlo a las consecuencias naturales de su conducta con facilidad y confianza”.

¿Cómo hacerlo? A continuación, tres principios básicos que se deben seguir:

El núcleo de su crianza debe ser la conexión, no la disciplina. Pase tiempo con su hijo adolescente. Hagan cosas juntos que él o ella disfruten. Y especialmente escúchelo sin juzgar. Algunos días podrá tener 10 minutos para pasar con su hijo, otros días 30. Tómese tiempo para nutrir su relación.

Luego, sume el desarrollo de habilidades como parte fundamental de la crianza. Tenga en cuenta que los adolescentes todavía están aprendiendo. Cometerán errores; así es la vida. Cuando se equivoquen, enséñeles a resolverlos y a reparar los daños. Cuando haga algo que para usted sea perturbador, en vez de apresurarse a disciplinarlo, pregúntese, “¿Qué habilidad está faltando? ¿Cómo puedo enseñársela?”

Por último, cuando se impongan consecuencias, cuide que éstas sean razonables y que puedan relacionarse con las acciones propiamente dichas. Esto significa que en lugar de pensar castigos hirientes y poco realistas, usted tiene que preguntarse, “¿Qué es razonable como para que quiera mejorar y que yo pueda cumplir con lo que digo?”

Por ejemplo: si su hijo adolescente vuelve más tarde de lo acordado, no le diga “No vas a volver a salir con tus amigos”. Esto obviamente no es cierto y es totalmente ilógico además de que no hay manera de que usted pueda cumplir esa amenaza.
Dígale en cambio: “Necesito que obedezcas las normas. Salir con amigos es divertido y es posible que pierdas noción de la hora. La próxima vez que salgas con tus amigos, tienes que volver a casa una hora más temprano”. Es algo razonable y se relaciona con las opciones de su hijo.

¿Cuáles son los resultados de los tres núcleos de la crianza de: conexión, desarrollo de habilidades y consecuencias razonables? Un adolescente competente, consciente de que usted piensa en lo mejor para él. Gracias a esos sentimientos positivos, tomará automáticamente mejores decisiones, querrá mejorar y tendrá el deseo de aprender (todo solo). ¿No es eso acaso lo que todo padre quiere, espera y ruega?