No podría vivir sin gorditas de chicharrón prensado: Carlos Velázquez

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No podría vivir sin gorditas de chicharrón prensado: Carlos Velázquez

Carlos Velázquez, escritor. Foto: Cortesía
Entre chicharrón prensado, drogas, rock n roll, natación y una hija, el también autor de ‘El Karma de Vivir Al Norte’ (libro de crónicas ganador del Premio Testimonio Carlos Montemayor 2012) revela a VANGUARDIA cómo fue escribiendo estos cuentos, sus influencias, el humor y la relación que mantiene con Coahuila
Al momento de sentarme a escribir, nunca me propongo ser chistoso. Creo que eso no funciona en la literatura. Eso es para los standuperos”.
Carlos Velázquez

El año pasado, el narrador Carlos Velázquez (Torreón, Coah., 1978) regresó con el volumen de cuentos “La Efeba Salvaje” (editorial Sexto Piso), libro que apareció en varias listas de las mejores publicaciones del país.
Con humor corrosivo, personajes estrafalarios, historias marginales y lenguaje popular, Carlos entrega seis historias eclécticas en las que también muestra una nueva voz: dos cuentos que cierran el volumen para darle un tono serio y dramático.

-¿Es indispensable el humor para tu narrativa?-
Al momento de sentarme a escribir, nunca me propongo ser chistoso. Creo que eso no funciona en la literatura. Eso es para los standuperos. Lo que tengo presente, y que me acompaña todo el tiempo, es mi idiosincracia de carrillento. No sé si ocurre en todo el país, pero aquí en el centro norte somos de naturaleza carrillenta. Entonces no puedo evitar echarle carrilla a mis personajes. Obvio esto a través de otros personajes o de la narración misma. Es decir, no es un requisito que busco cumplir. Es algo que me viene desde siempre. Además de que la comedia ha formado una parte importante de mi vida. Y qué comedia me gusta, evidentemente la cruel. Como ‘Seinfeld’ o ‘Curb Your Enthusiasm’ o ‘Shameless’. En ‘El Resucitador de Caballos’ y ‘Mundo Death’ no hay humor. Son cuentos con una carga dramática muy intensa. Los actores cómicos siempre buscan el reconocimiento de sus pares interpretando un rol dramático, supongo que a mí me pasó lo mismo. Quería demostrarme que también puedo escribir con seriedad.

-Mientras escribías tu novela, nacieron los cuentos de “La Efeba Salvaje, ¿qué fue lo que este nuevo libro te exigió?
No se trataba de un bloqueo, la novela ha fluido incesantemente, el problema es que en ese afán por encontrar un nuevo sonido me engolosiné a tal grado con el lenguaje que existen pasajes que resultan demasiado barrocos. Y en el proceso escritural me agoté. Entonces sentí la necesidad de regresar a mí, de reconocerme. Fue cuando entró en escena ‘La Efeba’. Este libro me demandó demasiadas cosas. En principio, yo siempre había querido rendir tributo a los narradores que me dieron patria. Y fue así como surgió “Muchacha Nazi” en honor a ‘Muchacha Punk’ de Fogwill, ‘El Resucitador de Caballos’ en honor a ‘El Domador de Caballos’ de Sam Shepard y ‘This is Not a Love Song' en honor a ‘Canción de Amor no Correspondido’ de John Cheever. Y pues esto propició mi libro de naturaleza más ecléctica. El cuento que más reto representó fue ‘El Resucitador’, porque era un territorio que nunca antes había pisado. Y aunque en ‘La Biblia Vaquera’ hay aspectos sobrenaturales, esta fue mi primera incursión en el género de terror fantástico. Había temor al momento de decidirme a publicar el libro, no sabía si saldría bien librado del riesgo.

-¿Cómo fue el proceso creativo este libro?
Con la novela estaba empantanado, en mi insistencia por huirle a la expresión común me demoraba ocho horas en la confección de una página. Esto me partió la madre en todos los sentidos. Y cuando salté a los cuentos, las cosas fluyeron de una manera dinámica. Con la novela estaba suspendido, flotaba, y con los cuentos comencé a nadar de nuevo. Esto no implica que no haya un trabajo enorme detrás. Fueron meses, incluso años en algunos casos, en lo que rumié estas historias día, tarde y noche.

SEIS CUENTOS DIVERSOS

En “Muchacha Nazi” abundan las drogas y el alcohol en un amor tóxico destinado a la separación. En “Stormtrooper”, la homofobia, el amor por la cerveza y el temor por la paternidad llevan un hombre a enfrentar un final demoledor. 
“La Efeba Salvaje” es un cuento hilarante en el que una chica del clima la cambian a Deportes e investiga su nuevo jefe por los presuntos asesinatos de sus exesposas. “This is Not a Love Song” continúa en el terreno hilarante al presentar a un gordo que está al borde de la muerte porque no puede perder peso mientras tenga pareja, así que sólo una ruptura amorosa lo salva de pasar al otro barrio.
“Mundo Death” muestra a un Carlos diferente, el humor cede paso al suspenso: una relación se desgasta porque el hombre afirma que ve a la muerte en forma sombra. “El Resucitador de Caballos” abreva del terreno sobrenatural y narra la intervención de un indio que puede revivir equinos, y el protagonista requiere de ese servicio para hacer feliz a su hija.

-¿Cuál es la columna vertebral de 'La Efeba salvaje'?-
La columna de este libro es su carácter eclético, con una historia distinta a la otra, y sin embargo creo que consiguen acompañarse bastante bien. En el caso de ‘El Resucitador’ considero que rompe muy bien con los otros cuentos, excepto ‘Mundo Death’, pero incluso con este guarda su distancia. Consideré apartar estas dos historias y publicarlas con otros cuentos de igual temperamento, pero el editor me hizo ver que ‘La Efeba’ funcionaba tal y como está. El sentido de unidad en los libros de cuentos es algo que ya hice con ‘La Biblia Vaquera’. Existe algo que late en todas las historias: la desesperación. Ese podría ser su eje principal. Una vez alguien se refirió a mi personalidad como ‘mi típica ansiedad’. Creo que eso le he trasmitido a mi obra.

-¿Qué influencias y referencias encontramos en 'La Efeba'?-
"La efeba salvaje", el cuento, no es un homenaje precisamente, pero se inspiró en parte en “Misterioso Asesinato en Manhattan”, de Woody Allen. Yo sentía la necesidad de hacer un cuento de corte detectivesco, pero sin atravesarlo por la camisa de fuerza del noir, del policiaco. Quería algo paródico. Y en ese sentido Allen es un maestro. Durante la escritura del libro, incluso un poco antes, vi por cuarta o quinta ocasión la serie ‘Seinfeld’. Supongo que la crueldad explícita en los cuentos podemos achacársela a Jerry Seinfeld. En el caso del ‘Stormtrooper’, pues es un guiño directo a ‘Star Wars’, obvio desacralizando un poco a la saga, en el sentido de que el apodo de Stormtroper es peyorativo en la trama”.

PARAÍSOS ARTIFICIALES

A finales del año pasado, Editorial Cal y Arena publicó “El Pericazo Sarniento, Un Selfie con Cocaína”, una serie de ensayos, crónicas y memorias de Carlos Velázquez y su relación con el polvo.
Tanto en “La Efeba” como en libros anteriores, la droga y los habitantes de estos paraísos artificiales están presentes.
Entre drogas, viajes, cotidianidad y una hija, Carlos se asume como un “hombre dividido”, pero que “teclea como un godinez”.

-Hay personajes que dicen “la cerveza es la única bebida milagrosa”, “las metas que uno no puede alcanzar, en ocasiones la coca las cumple por ti”, ¿cuáles son los milagros que han obrado?-
El milagro que la cerveza ha obrado en mí es una panza chelera que no he conseguido quitarme en cinco años que llevo trepado a la bici estacionaria. La coca ha funcionado como un motor. Un motor para todo. Para sufrir, para gozar y hasta para cagarla. 

-¿Qué engorda más: la felicidad o el amor?-
Lo que más engorda son las gorditas. Mi mayor droga es el chicharrón prensado. He conseguido romper con muchos malos hábitos, no quiero decir que el puerco lo sea, pero no puedo renunciar a las gorditas de prensado. Ya me resigné a que nunca tendré un higado sin contaminar.

-Es indudable que tienes un aura (fama) de desastre (entre acumulación de matrimonios, dílers en cada ciudad que visitas, crónicas sobre juergas impresionantes), así como también has manifestado que necesitas de cierta sobriedad para escribir, ¿cómo conviven esos dos Carlos (o más) para lograr escribir?-

Desde que nació mi hija he sido un hombre dividido. No soy de los que abandonan a los morros y pa' lo único que los usan es para hacerse propaganda en Twitter. Tuve que modificar mi estilo de vida por mi nena. En relación a la fama de desastre, pues es como la gente decide juzgarme. Yo escribo sobre la calle, pero también nado cinco veces a la semana y tecleo como un godinez. Ya tengo preparado mi siguiente libro de cuentos, que verá la luz este año. Entonces entre eso y la lectura tengo poco tiempo para la fiesta. Sin embargo, tengo que meter el freno y ponerme a trabajar. No sé de dónde me salió esta ética del trabajo. Porque nunca me ha gustado tener empleos. Siempre fui muy malo para cumplir con las leyes, por ejemplo, llegar a tiempo. Pero cuando se trata de la literatura soy capaz de poner en pausa mi sed de rock & roll, que es vasta, y entregarme al oficio.

NO ES TORREÓN, SON LAS GORDITAS

En “El Karma de Vivir al Norte”, Carlos describió el horror de vivir en Torreón durante los años más sangrientos de la guerra contra el narcotráfico. Estos cuentos se sacuden el polvo de La Laguna.

-'La Efeba Salvaje' parece que no tiene una zona geográfica determinada –La Laguna real e imaginaria de tus cuentos y crónicas–, ¿cuál es el propósito de este cambio?-
Cuando escribí ‘La Biblia Vaquera’ existía una necesidad muy grande por agradar a Joyce. Así como él hizo de Dublín su territorio literario, yo busqué hacerlo con San Pedro de las Colonias. Pero después de eso no he creído que haga falta circunscribir mi obra a un territorio específico. En ‘La Efeba Salvaje’ hay un cuento que se desarrolla en la CDMX. Como en todo siempre estoy dividido. En el ex-DF me consideran norteño. Acá en el norte ya me tratan de chilango. Existen autores norteños que sólo escriben sobre el norte. Lo respeto, pero no creo que sea una especie de traición ir detrás de la historia desde donde se encuentre. Hay algunos norteños que sitúan sus historias en otras latitudes, pero cuando las lees te das cuenta de que en realidad son el mismo norte imaginario pero travestido. 

A propósito de la llamada 'Golden age coahuilense' hace unos años, ¿cuál es tu relación con Coahuila ahora?
Soy un escritor de Coahuila, no un escritor coahuilense o lagunero, esos son títulos que no me interesan. El provincianismo es uno de los peores males al momento de sentarte a escribir. Vivo la mayor parte del tiempo en Torreón, así que puede decirse que soy un animal de este desierto todavía. Con todo lo que eso implica. Pero no tengo mucha relación con mi entorno. Tengo sólo tres amigos. Sólo salgo a nadar y a llevar mi hija a la escuela. Muchas veces me he preguntado por qué sigo acá, sí, es porque de aquí soy oriundo. Pero sé que no podría mudarme. No podría vivir sin gorditas de chicharrón prensado.