No mientas, dijo el mentiroso…

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No mientas, dijo el mentiroso…

El Flaco de Úbeda, titular de los derechos de autor de todas las mejores frases cantables en idioma español, posee un repertorio en el cual es posible encontrar modelos perfectos para ejemplificar, enfatizar y reforzar ideas. Y como él ya ha dicho las cosas de forma inmejorable, pues uno debe renunciar a la fantasía de exprimir la neurona… y limitarse a citarle.

En el caso de los absurdos, Joaquinito nos ha regalado una espléndida colección de ejemplos -auténtico material didáctico- en la letra de “Corre, dijo la tortuga” (Mentiras Piadosas, 1990). Allí está la mejor explicación de los sin sentidos, de los disparates, de la incongruencia…

No mientas, dijo el mentiroso/ Buena suerte, dijo el gafe/ Ocúpate del alma, dijo/ El gordo vendedor de carne… Añádase música a los versos y la lección entra como cuchillo en mantequilla, incluso si el caló ibérico nos resulta algo ajeno.

Pruébame, dijo el veneno/ Ámame como odian los amantes/ Drogas no, dijo el camello/ Cuanto vales, dijo el gánster…

La analogía le viene perfecta a la más reciente sección añadida a la misa tempranera de su santidad “ya saben quién”, sumo pontífice de la transformación de cuarta. Me refiero, desde luego, al “quién es quién en las mentiras de la semana”.

El disparate es realmente de antología.

Es un violador ofreciendo una conferencia sobre la necesidad de respetar la intimidad de las personas y recitando con gesto grave un decálogo para refrenar los impulsos primitivos.

Es un ladrón pontificando en torno a la conveniencia social de respetar la propiedad privada e increpando a quienes deciden quedarse con cualquier objeto encontrado en la vía pública.

Es un conductor ebrio catequizando a las juventudes con el propósito de alejarles del consumo de alcohol y, en general, de los vicios y las tentaciones de la carne.

Es un golpeador reconviniendo a quien se exalta en una charla y levanta el tono de la voz. Es un impulsivo llamando a la cordura a quien entorna los ojos en señal de fastidio…

¡Es la incongruencia estilo T4!

Como diría un clásico: si en los Juegos Olímpicos existiera una competencia de mentiras, a López Obrador no le permitirían participar… porque los Olímpicos son una justa en la cual no se admiten profesionales.

Pero como el atrevimiento es la divisa fundamental de nuestro Perseo de Pantano, él ha redoblado la apuesta erigiéndose en amo y señor de la verdad, en fiscal, juez y verdugo de quienes, a partir de sus muy particulares parámetros, se comporten con deshonestidad y osen difundir, a través de los medios de comunicación, reportes infamantes sobre su vida y obra.

Con independencia de lo anecdótico de esta ocurrencia es relevante enfatizar un hecho concreto: se trata de una confirmación más de las pulsiones autoritarias y las vocaciones dictatoriales de un presidente (con minúscula) caracterizado por sus traumas y rencores clasistas.

No ha sido casual por ello, el pronunciamiento del Relator Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Pedro Vaca Villarreal, quien ha solicitado formalmente a la Presidencia de la República “reconsiderar” el “ejercicio”.

Al respecto, Vaca advirtió sobre la necesidad de entender cómo el “quién es quién” no es un ejercicio cualquiera en el terreno de la comunicación gubernamental, pues “estamos hablando de un espacio oficial, de un espacio que está revestido por la máxima autoridad del Estado y siempre es importante resaltar que el Estado es garante de la libertad de expresión de quienes coinciden o tienen identidad con el gobierno pero, sobre todo, de las personas que tienen opiniones divergentes”.

Al peje Lagarto le importa un comino, desde luego, lo dicho por el Relator y no va a dar un paso atrás en su intención de sepultar con sus mentiras las presuntas falsedades publicadas por los medios. Su intención, como cualquier otro pigmeo intelectual del pasado, es imponer “su verdad” a las masas y los fracasos de todos sus predecesores no le arredrarán.

ARISTAS

Para fortuna colectiva (o producto de sus inseguridades congénitas), López Obrador escogió para el puesto de censora de las fake news a la señorita Ana Elizabeth García Vilchis, persona incompetente a cual más, característica sobradamente demostrada en las dos ediciones de la mentada “sección”.

Un dato en particular llama la atención de esta columna: el nombre de la señorita García Vilchis no aparece por ningún lado en el directorio de la Presidencia de la República disponible en línea, aunque ha sido presentada como directora de área de dicha dependencia…

No mientas dijo el mentiroso…

¡Feliz fin de semana!

@sibaja3

carredondo@vanguardia.com.mx