No hay una ‘estrategia’ para vacunar a los mexicanos

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No hay una ‘estrategia’ para vacunar a los mexicanos

La mejor ruta para garantizar la concreción de un propósito –o para minimizar las posibilidades de fracasar, si se prefiere– es definir una estrategia para alcanzar el objetivo deseado. Pero, ¿qué significa definir una estrategia? De acuerdo con la opinión de los expertos, contar con una estrategia implica, por lo menos, hacer dos cosas: la primera de ellas es definir con precisión el objetivo que se persigue y la segunda es señalar los pasos a seguir para conseguirla.

Si hablamos de la “estrategia de vacunación”, se requiere entonces definir con claridad, en primer lugar, el objetivo que se persigue, es decir, el número de personas –o proporción de la población– a ser vacunada y el plazo en el cual se pretende alcanzar dicha meta.

En segundo lugar deben precisarse los pasos a seguir para conquistar dicha meta en el plazo previsto. Una cosa sin la otra no es una estrategia sino sólo la expresión de un buen deseo.

A la vista de lo que ha ocurrido hasta ahora con la aplicación de vacunas en nuestro país, resulta claro que no existe nada parecido a una estrategia, pese a que el Gobierno de la República insista en afirmar, todos los días, que cuenta con un programa detallado para llevar a cabo la tarea.

Los ejemplos para documentar el pesimismo abundan, pero basta con citar el relativo al incierto arranque de la aplicación de vacunas para el grupo de 50 a 59 años para tener claro el diagnóstico.

El hecho puntual que revela la inexistencia de una estrategia es que las autoridades federales no son capaces de señalar una fecha concreta para que las personas de este grupo de edad acudan a los módulos que se instalarán para aplicarles la vacuna.

¿Por qué no es posible señalar un punto en el calendario? La respuesta es muy sencilla: porque los responsables de la “estrategia” no cuentan con la certeza de que tendrán en sus manos las vacunas necesarias para inocular a quienes serán convocados a recibir el biológico.

Y, ¿por qué no se tiene certeza de esto? Porque, a diferencia de los países que hicieron bien la tarea y negociaron adecuadamente con las farmacéuticas que elaboran y distribuyen las vacunas, nuestro país realizó un trabajo deficiente en este sentido.

El parámetro de comparación es Chile, un país latinoamericano más pequeño que el nuestro, con una economía más pequeña que la nuestra, pero que ya ha vacunado al 35 por ciento de su población, mientras en México apenas hemos rebasado el 10 por ciento.

Ni se diga de compararnos con Estados Unidos, un país en donde lo que ahora preocupa a sus autoridades no es avanzar en el proceso de vacunación, sino convencer a quienes no quieren recibir la dosis que les corresponde y se encuentra al alcance de sus manos.

Así, sin estrategia, ni rumbo, seguimos dando tumbos en el desastroso manejo de la pandemia que ha tenido el Gobierno de nuestro país.