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No hay quién me llore: voluntario vacuna COVID
Mauro N, quiere aportar para que termine la pandemia del coronavirus, aunque su motivación no se encuentra en salvar a la humanidad, sino en la posibilidad que él tiene para ser voluntario en la aplicación de la vacuna experimental contra el COVID-19; sin la preocupación de que alguien sufra por lo que llegue a pasarle.
A Mauro sus padres lo dejaron con su abuela de chico y como esta murió hace más de un año, dijo el joven con una risa retorcida: “No hay nadie quién me llore”.
Este joven de 28 años acudió ayer por la tarde en busca de información a la Clinical Research Institute en Saltillo, ubicada en la calle Manuel Pérez Treviño, donde llevarían a cabo la vacuna experimental para combatir el coronavirus, pero no encontró abiertas las instalaciones.
NO TIENE A NADIE
Movido por la inquietud de participar en el experimento, el voluntario señaló sobre la misma calle que una de sus principales impulsos para participar, es el hecho de que no tiene a nadie a quien pueda contagiar en casa o quien pueda llorar su partida.
Mucho menos quien pueda permanecer preocupado, agregó, pues desde que su padre abandonó a su madre y ésta se fuera con su pareja, creció con su abuela, a quien en algún momento cuidó, pero la muerte la venció hace más de un año.
Mauro dejó de esforzarse para asistir a la secundaria, a la que llegaba caminando porque en casa no había dinero para el camión, y se vio obligado a trabajar desde los 15, aunque le habría gustado estudiar una carrera como arquitecto o ingeniero.
SIN FAMILIA Y APENAS TRABAJO
“No hay quién me llore, tampoco tengo hijos que cuidar ni por quién ver, tengo trabajo pero soy nuevo porque en el otro nos corrieron”, expresó el joven de pantalones guangos, gorra y camiseta.
No sé si paguen, no tengo mucha información, pero yo creo que sí estoy sano, no me he enfermado de nada, lo hago porque a lo mejor es una forma de ayudar, sé que si fuera padre de familia o que si tuviera un hijo no lo haría, supongo que por eso no lo harían los demás, pero yo puedo.
¿Y si te mueres? No creo, te digo, estoy sano, me encerraría en mi casa cuando se quite estaré bien, no tengo miedo, no me dolería dejar a nadie.
Por eso lo hago, repitió el joven. Quien llamó desde el teléfono para registrarse esperando que la operadora de la Ciudad de México con quien fue canalizada, devolviera en pocos días la llamada para agendar la entrevista.
A LA EXPECTATIVA
Convencido de la valentía que lo invadió hace días cuando supo de la posibilidad de ser uno de los voluntarios, hizo una llamada, que presenció VANGUARDIA, donde aseguraron al joven que aunque tenían el total de los voluntarios, podrían descartar algunos casos en los primeros filtros, tomando su información para colocarlo en la lista.
La operadora señaló que durante la primera entrevista se requería acudir con al menos dos testigos y estar dispuesto a usar de forma estricta un anticonceptivo eficaz ante la prohibición de tener hijos durante el proceso con duración de un año.
REQUERIMIENTOS
Mayores de 18 años.
No tener enfermedades crónico degenerativas, o en el caso de padecerlas, deben estar controlados.