No al abstencionismo, ser mexicanos responsables

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No al abstencionismo, ser mexicanos responsables

ESMIRNA BARRERA
Votar significa brindar a la democracia un espacio para perfeccionarse

“La democracia es la necesidad de doblegarse de vez en cuando a las opiniones de los demás” W. Churchill.

El próximo domingo 6 de junio, los ciudadanos tendremos el derecho - y la obligación - de elegir a la persona que consideramos como la mejor opción para dirigir el futuro de nuestra ciudad y también a quien deberá representarnos en el Congreso de la Unión.

Por tal motivo, es conveniente hacer algunas reflexiones muy generales sobre la democracia; por ejemplo, recordar que la democracia no es un programa de un gobierno determinado, sino una filosofía política -no perfecta- que se caracteriza por el cumplimiento de ciertos requisitos que son los únicos que pueden otorgar legitimidad a un régimen de gobierno que pretenda “certificarse” democrático.

MIENTRAS EXISTA

Esta filosofía política, para que funcione adecuadamente, tiene requisitos, algunos de ellos básicos como lo es la libertad política, la educación y formación de los votantes, un nivel de vida digno de la población y la fraternidad, concepto que en la realidad cotidiana, en múltiples ocasiones, se contrapone a la libertad personal; por eso, cualquier sociedad que se jacte de ser democrática tiene dentro de sus premisas la constante lucha en contra de la ignorancia y la marginación.

Fernando Savater es, al mismo tiempo, implacable e irrefutable: “no hay democracia mientras existan la miseria y la ignorancia; ambas excluyen al individuo del ejercicio democrático y deberían considerarse ilegales, al igual que la esclavitud”, y por ignorancia este filósofo la define como eso que “impide expresar nuestras demandas con claridad, escuchar las peticiones de los demás y valerse de la argumentación y la persuasión, y aquella que no posee más información que la que ofrece la página deportiva de los diarios”.

BANAL NIHILISMO

Para Octavio Paz la publicidad juega un papel central en relación a esta filosofía política: “la democracia -apunta Paz- está fundada en la pluralidad de opiniones; a su vez, esa pluralidad depende de la pluralidad de valores. La publicidad destruye la pluralidad no sólo porque hace intercambiables a los valores sino porque les aplica a todos el común denominador del precio. En esta desvalorización universal consiste, esencialmente, el complaciente nihilismo de las sociedades contemporáneas. Banal nihilismo de la publicidad: exactamente lo contrario de lo que temía Dostoievski”.

CONFORMISMO UNIVERSAL

“Decir – continua el Nobel - que todo está permitido porque Dios no existe, es una afirmación trágica, desesperada; reducir todos los valores a un signo de compra-venta es una degradación. Los medios tratan a las ideas, a las opiniones y a las personas como noticias y a éstas como productos comerciales”, el riesgo reside en el hecho de que el bombardeo publicitario de los medios “estandarice” el razonamiento de los votantes, porque “nada menos democrático y nada más infiel al proyecto original del liberalismo que la ovejuna igualdad de gustos, aficiones, antipatías, ideas y prejuicios de las masas contemporáneas”.

Por estas razones – y otras no descritas - nuestra democracia es frágil y precaria, razón por la cual es obligación del ciudadano responsable formarse en el ámbito cívico y participar, desde su propia trinchera, en la búsqueda del bien común y la justicia social.

PARA PENSAR

Otro elemento cardinal de la democracia reside en el ejercicio del voto popular, que es la acción por la cual el pueblo, los ciudadanos, expresan su voluntad. Así, cuando se ejerce el derecho al voto, se pone en juego esa porción que a cada uno nos corresponde de la soberanía popular, y con este sencillo acto designamos a las personas que tomarán las decisiones, acciones y políticas que conciernen con el bien común, siempre bajo la vigilancia de la mirada ciudadana.

El voto libre es, simultáneamente, semilla y fruto de la democracia que intenta conciliar el bien común con la libertad individual, pero es necesario recordar que en México hoy contamos con esta posibilidad gracias a que otros mexicanos lucharon y murieron - y siguen combatiendo contracorriente y pereciendo - por este ideal. En este sentido, el principal enemigo de la democracia en México, insisto, es íntimo: la falta de participación ciudadana, así como la precaria educación y la superficial cultura política.

Para que los jóvenes valoren la magnitud de este endeble derecho, que a diario se gana en México con “sangre, sudor y lágrimas”, sería pertinente observar que hoy, en pleno siglo XXI, según el Índice de Democracia de The Economist, solamente el 49,4%, vive en algún tipo de democracia, aunque solo el 8,4% lo hace en una democracia plena. Además, existen aún países en donde a sus ciudadanos les es negado, so pena de muerte, participar en eventos políticos (https://elordenmundial.com/mapas/el-mapa-del-indice-de-democracia/ ).

 

¡NO!

Bertrand Russell dijo que la democracia fue concebida como un recurso para conciliar al gobierno con la libertad, yo agregaría que también es el medio mediante el cual cada uno de los ciudadanos podemos “amigar” - gracias a la tolerancia - nuestros comunes puntos de vista y nuestras diferencias con el afán de generar una versión mejorada de nosotros mismos. De ahí que debamos decir sí al voto y no al abstencionismo, que optemos por el sufragio secreto, libre, responsable, respetuoso y, sobretodo, muy bien razonado.

Abstenerse representa una peligrosa omisión ciudadana y una gravísima irresponsabilidad; significa haberse dejado secuestrar por la apatía y la indiferencia que actualmente predominan en el ambiente.

No votar significa segregarse voluntariamente del compromiso de construir la nación que requieren las nuevas generaciones. Por eso, el abstencionismo voluntario es una actitud inmoral.

Elijamos vencer al único enemigo común: a ese abstencionismo que denuncia a una sociedad que ha decidido inclinarse hacia la mediocridad y la hipocresía, y así mismo, que anuncia una esclavitud voluntaria.

 

TIEMPO PARA…

En la democracia los partidos políticos tienen un tiempo para proponer, persuadir y convencer, pero el día de la votación tienen la obligación de respetar otorgando silencio, seguridad y tranquilidad a los votantes para que ejerzan libremente su personal decisión.

EL DÍA DESPUÉS

Para cerrar el círculo de la democracia, los ganadores deberán responsabilizarse de la confianza otorgada, y los no elegidos tendrán que asimilar su derrota (que realmente, si en verdad entienden la democracia y si son personas demócratas, no lo considerarían una derrota).

Ellos habrán de saber perder, pues en esto también consiste que todos ganemos. Los “no ganadores”, desde su oposición, serán los responsables de contribuir a preservar el orden democrático mediante el papel que la “derrota” les confiere: prepararse para las próximas elecciones, apoyando y vigilando a los ganadores mediante actitudes honestas y voces propositivas, jamás violentas. Entonces, si hoy nos empeñamos por la democracia, el 6 de junio no habrá perdedores, pues el resultado será ganancia neta para los ciudadanos.

 

ENTONCES

Lo fundamental en la democracia no se encuentra, a fin de cuentas, en las diferentes ideas y plataformas que proponen los contendientes, sino en el hecho que exista una heterogeneidad de propuestas y que, en su conciliación, se encuentra una opción real para mejorar la precaria e indignante pobreza y justicia social.

Votar significa brindar a la democracia un espacio para perfeccionarse. En este ejercicio estaremos siendo mexicanos responsables, pues es una manera de ser custodios de un derecho heredado de nuestros antepasados y del actual esfuerzo de innumerables luchadores sociales.

 

LISTOS…

Este próximo domingo, el 6 de junio, vayamos a las urnas a expresar autónomamente nuestras preferencias personales, hagámoslo con respeto, pero también con alegría; elijamos con entusiasmo, pero también con inteligencia; votemos a favor de nuestra conciencia, pero también por un mejor futuro colectivo.

Votemos por el porvenir de nuestros hijos; por el empleo, el desarrollo económico y nuestra economía familiar. Votemos por la libertad de pensamiento y la diversidad de las ideas. Jamás por la demagogia, la división, el encono y la intolerancia. Votemos para que no exista un México de propuestas únicas; votemos por una división real de poderes; para evitar, a toda costa, un poder absoluto.

Salgamos a votar con el espíritu de grandeza que se requiere cuando se decide emprender el vuelo hacia mejores horizontes, con la voluntad que demanda legar el testimonio de haber optado por ser ciudadanos éticos, responsables y comprometidos con nuestra pequeña patria y también con la grande: México.

 

Tec. De Monterrey, Campus Saltillo

Programa Emprendedor

cgutierrez@tec.mx