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Niñas encuentran la alegría a través de la música
Liliana, Alondra, Anahí y Yarelli, han sido adoptadas por la música, es quien las consuela, tranquiliza y les da el cálido abrazo de una madre. En ella han encontrado un refugio al que acuden cuando se sienten tristes o inquietas, es su alegría en momentos difíciles.
Estas cuatro niñas están en el albergue para niños y niñas del DIF Coahuila, un lugar donde se acoge a pequeños que han sido abandonados, que padecían de violencia, abuso sexual y omisión de cuidados, ahí se les brinda un techo, comida, educación y amor.
En el patio del albergue, se escuchan los acordes de las guitarras y unas tiernas voces que cantan “Corazón de roca”, una de las canciones más tradicionales de las rondallas, todas están sincronizadas, pues la música es gran parte de su vida, sueñan con crecer y seguir en el grupo, tocando y haciendo feliz a quien las escuche.
Empezaron hace un par de años con esta rondalla, que les ha servido como un remedio contra cualquier mal, es como si la música sanara todo.
“A mí no me gustaba la guitarra, el maestro me empezó a decir que le echara ganas, que todo se podía en esta vida, que con la guitarra íbamos a poder desahogar nuestros sentimientos y con él empecé a tocar y hemos ido a muchos eventos y me ha gustado bastante la guitarra porque es un método en el cual cuando me siento triste, nerviosa o algo, me pongo a tocar y cuando toco me desahogo y eso me gusta”, dice Anahí, quien ha desarrollado un gran amor por la música.
Yarelli piensa que la guitarra es su amiga y que cada que se siente triste ella la acompaña y le da consuelo, “Tengo dos años de tocar guitarra y me gusta mucho porque cuando nos sentimos tristes es lo primero que hacemos, agarramos la guitarra y con eso nos sentimos mejor”.
Liliana y Alondra, sienten lo mismo, por eso dedican horas al ensayo, si por ellas fuera pasarían todo el día tocando y aprendiendo canciones nuevas.
Se pierden en la música cuando tocan Moliendo Café, Tierra Mestiza, Chapanecas y Gato Montés, son sus piezas favoritas.
Cuentan que un día mientras tocaban Chapanecas frente a un público, se sorprendieron cuando la gente se puso de pie y empezó a aplaudirles, se sintieron alegres, pues se dieron cuenta que con su música logran trasmitirles a la gente felicidad, energía y paz.
QUIEREN CRECER CON LA MÚSICA
Estas niñas tienen grandes sueños, Anahí quiere seguir en la música, ir a tocar a Europa, tener muchos conciertos, pero también quiere estudiar psicología infantil para ayudar a los niños que lo necesiten.
Liliana quiere continuar practicando en la guitarra y viajar dando a conocer su música, por otro lado quiere ser veterinaria, Alondra al igual que Anahí quiere trabajar con niños, su sueño es ser maestra de kínder, pero sin abandonar la música.
Yarelli, quiere ser criminóloga, pero continuar en la rondalla con sus amigas, pues la música las ha unido más de lo que ya estaban tras conocerse en el albergue.
El talento de estas niñas crece día a día, practican los fines de semana de tres a cuatro horas, pues de lunes a viernes dedican tiempo a sus estudios y otras actividades dentro del albergue.
“Cuando nuestro maestro nos enseña una canción nueva queremos practicar todo el día hasta que la aprendamos, ni lo queremos dejar ir porque nos gusta mucho aprender, nos gustaría hacer eso todo el tiempo”, dice Anahí.
ALBERGUES
Mayra Guillen, Directora de Centros Asistenciales del DIF Coahuila, expresó que el DIF cuenta con tres albergues, la Casa Cuna de los Niños y las Niñas, donde reciben a pequeños de 0 a 9 años de edad, actualmente tienen 53 niños, en el albergue varonil tienen 23 niños y en el femenil 25 niños, son de edades de 9 a 18 años.
Cuando son menores con edades avanzadas, se les ayuda a crear un proyecto de vida, para que al cumplir 18 años puedan integrarse a la sociedad, e incluso si aun teniendo 18 no se sienten listos, pueden seguir bajo el resguardo del estado mientras siguen desarrollando su proyecto para después incorporarse.
Todos reciben atención integral, por medio de psicólogos, doctores, trabajadores sociales y maestros.
El objetivo es restituirles sus derechos vulnerados, que tengan acceso a una identidad, incorporación académica, estado de salud físico y mental sano, ambiente sano y libre de violencia y acceso a procesos terapéuticos individuales y grupales.
La vulneración que es más frecuente es la omisión de cuidados, señaló Guillen que aunque algunos minimizan este problema, es de gravedad, pues de ahí puede partir que el menor se quede bajo la custodia del estado si los padres no colaboran para mejorar las condiciones de vida de su hijo y se puede empezar con el juicio de pérdida de patria potestad.
Alrededor del 80 por ciento de los niños en esta condición se reintegran a sus familias, el resto se pone en adopción, aunque desafortunadamente no todos consiguen un nuevo hogar.