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Nieve: el eterno son cubano
Leiden sale al escenario acompañada por la dulce música del piano de Roberto Salomón. Viste un colorido traje de holanes naranjas, rosados y amarillos, saluda al público y en un instante su melodiosa voz conquista el escenario y lo envuelve en la alboroza atmósfera de festividad cubana.
“Ay mamá Inés”, “Babalú”, “Drume negrita” y “El manicero”, fueron algunas de las canciones que disfrutó el público; la concurrencia estuvo compuesta en su mayoría por adultos que rondaban entre los 50 y 60 años, pero también es destacable la presencia de los adolescentes que sabían las canciones y las interpretaban sin pena desde sus asientos.
El legado artístico de Bola de Nieve ha sido capaz de trascender épocas, razas, y naciones; “él era gay en una época en que los gays no eran bien recibidos en Cuba, y era negro en una época en que los negros no eran tan bien recibidos en el mundo, aun así su carrera ha marcado generaciones y por eso Salomón y yo hemos decidió rendirle homenaje a la gran figura que es Bola de nieve”; anunció Leiden a mitad de su intervención.
Bola de Nieve, nacido en la Habana, Cuba en 1911 fue un cantante, pianista y compositor que consiguió fama internacional; tuvo giras por México, Estados, Unidos, Argentina, Checoslovaquia, Unión Soviética y República Popular China.
Los asistentes a la Feria Internacional del Libro tuvieron la oportunidad de disfrutar de la música interpretada en la voz de una Cubana y el piano de un Tijuanense, que a través de su show buscan mantener vigente el legado cultural de la gran estrella que fue y será Bola de Nieve.
Sobre él escribió Alejo Carpentier: «Bola de Nieve nos pone a todos de acuerdo, evidentemente. Pero ha tenido, por encima de eso, el talento necesario para ponerse de acuerdo con todos los pueblos del mundo.»