Naturaleza obliga
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Naturaleza obliga
He despertado en un sitio especial después de una larga jornada de viajes en los que he podido hacer paseo y conversación con interesantes personas de comunidades diversas de América Latina y particularmente del noroeste de México.
Me encuentro en un nicho ecológico conocido como “El Salto” en el municipio nuevoleonés de General Zaragoza, percibiendo el olor del agua de las cascadas, el frescor de las arboledas y maravillándome del color de un cielo limpio de contaminación. Aquí se ha reunido un centenar de jóvenes de comunidades del sur de Nuevo León para construir capacidades en relación a la conservación del patrimonio natural y cultural de sus municipios en el diplomado de Gestión para el Fortalecimiento y Conservación del Patrimonio Integral.
El día de hoy destaca en México porque en catorce de sus entidades federativas se desarrollan comicios y en doce se está votando para elegir gobernador, pero hoy destaca una conmemoración trascendente a nivel global: el Día Mundial de Medio Ambiente.
El tema ambiental después de décadas de no tener un peso específico en la agenda política mexicana es un tema que ya se instaló como componente de la planeación estratégica en el diseño de las políticas públicas. Aun así el grueso de los mexicanos seguimos sin comprender la urgencia de conservar sustentablemente los recursos naturales.
En estos tiempos de incomprensión ciudadana sería sensato cambiar el término, manejo ambiental, por el de cuidado ambiental para no ostentarnos con toda la ceguera de nuestro antropocentrismo como los manejadores del medio ambiente; más bien nuestro papel es el de guiar sus cuidados.
Estoy convencido que la educación ambiental para el desarrollo sustentable es pertinente en todos los segmentos de la población, no sólo para los niños y jóvenes.
Me niego a aceptar la consigna que está detrás del refrán popular “Chango viejo no aprende maroma nueva”. La educación ambiental contiene un aprendizaje sin fronteras de edad.
He visto con orgullo que personas de la tercera edad son capaces de aprender tecnologías de la informática; de crear sus propias hipótesis sobre temas sustantivos como el cambio climático o la pérdida de la biodiversidad, aunque no se llamen Mario Molina o José Sarukhán Kermez, notables personajes que tienen más de setenta años de edad.
Cada vez con mayor impulso los ciudadanos estamos alineándonos para hacer frente común en relación a las prácticas de consumo. Las nuevas responsabilidades de la ciudadanía planetaria van más allá del deber ser en materia de valores. Las responsabilidades por nuestros actos que impactan al medio ambiente deben ser vinculantes y estar en el plano de la obligatoriedad.
Debemos dar la espalda al consumo irracional
Claro está, aún pululan sobre la faz del planeta especímenes del Homo Consumens que parecen tan felices consumiendo sin parar disfrutando de su poder sin el menor pudor.
El Día Mundial de Medio Ambiente que se celebra desde 1973 como una iniciativa de la ONU es una oportunidad para reflexionar sobre aquello que nos corresponde hacer para que las generaciones venideras tengan una mejor calidad de vida.
No se vale seguir pisoteando las bondades del planeta pensando solamente en satisfacer nuestras necesidades. La naturaleza nos obliga a detener nuestro compulsivo proceder.
El género humano ha sido capaz de ser el depredador absoluto en el último siglo y medio transcurrido de las tierras, aguas y cielo del planeta. Gracias a nuestra negligencia extrema han desaparecido criaturas terrestres y flora que ahora sólo conocemos en libros y museos.
Celebremos este día con el compromiso de asegurarnos de ser más responsables con lo que nos corresponde hacer para que la humanidad aproveche quizá su última oportunidad para seguir existiendo. Renovemos nuestro diálogo de amor y esperanza con la Madre Tierra.