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Nadal supera sin problema a Thiem y jugará su décima final de Roland Garros
PARÍS.- El español Rafael Nadal se clasificó a la final de Roland Garros con una exhibición de tenis que empequeñeció al austríaco Dominic Thiem y mañana buscará ante el suizo Stan Wawrinka su décimo título en la arcilla francesa.
Nadal barrió por 6-3, 6-4 y 6-0 a un Thiem que opuso mucha menos resistencia de la esperada en la pista Philippe Chatrier, cuya tierra habían revuelto antes durante cuatro horas y media Wawrinka y Andy Murray. El duelo, con los dos tenistas jugando a su mejor nivel en lo que va de año, se lo llevó el suizo por 6-7 (6-8), 6-3, 5-7, 7-6 (7-3) y 6-1.
Wawrinka es el último escollo que separa a Nadal de escribir una nueva página en su ya abultado libro de récords. El español se clasificó a su vigésimo segunda final de Grand Slam, la segunda consecutiva, y buscará su décimo quinto grande para desempatar con Pete Sampras en la segunda posición histórica y quedarse de nuevo a tres de Roger Federer.
Nadal se quedó además a un triunfo de convertirse en el primer tenista de la Era Abierta —desde 1968— en ganar diez veces el mismo Grand Slam. Sólo hay un precedente en la historia de la raqueta: los 11 Abiertos de Australia que conquistó Margaret Court entre 1960 y 1973.
“Del nueve al diez sólo es un diez por ciento más. El diez es un bonito número, pero mi favorito de siempre es el nueve”, dijo sonriente Nadal, a las puertas de su primer grande en tres años. “Evidentemente prefiero tener diez Roland Garros a nueve, pero eso no cambia que mi número favorito vaya a seguir siendo el nueve”.
Arrollador desde la primera ronda, el español alcanzó por cuarta vez en su carrera la final de Roland Garros -tras 2007, 2008 y 2010- sin ceder un set. Además, lo hizo habiendo perdido tan sólo 29 juegos, lo que supone la segunda mejor trayectoria de un tenista camino de una final de Grand Slam. El récord son los 27 de Bjorn Borg en el Abierto francés de 1978.
Había un enorme respeto en el equipo de Nadal hacia Thiem. Su juventud -23 años-, su trayectoria en los últimos meses —campeón en Río de Janeiro y finales en Madrid y Barcelona—, la potencia de sus golpes y sobre todo el triunfo en Roma ante el español hace dos semanas eran razones más que suficientes para temer al austríaco.
Número siete del ranking, Thiem alcanzó en París su segunda semifinal de Grand Slam con un imponente triunfo en cuartos ante Djokovic, el defensor del título, al que le endosó incluso un 6-0.
Pero los peores presagios de Thiem se cumplieron. “Nadal es el rival más difícil de la historia de Roland Garros”, había advertido el llamado a ser el heredero del “rey” de la arcilla.
Nadal también venía lanzado. Y cuando el español se siente con confianza, es prácticamente imposible derrotarlo al mejor de cinco sets en arcilla. Con esas variables sólo perdió dos partidos en su carrera, en 2009 y en 2014.
Thiem era el primer rival de calado al que se enfrentó Nadal en Roland Garros, el primero al que se le suponían posibilidades serias de derrotarlo. No en vano, el austríaco era y es el único tenista que sabe lo que es ganar a Nadal este año en la superficie más lenta del circuito.
Ayer hubo una diferencia abismal entre el “rey” y su delfín. Tras verse 4-1 abajo en el primer set, Thiem empezó a arriesgar más de la cuenta con sus tiros. Y, a diferencia de otros días, no le entraron. Acabó con 34 errores no forzados, su cifra más alta del torneo.
Nadal le rompió en el inicio del segundo set y ahí se acabó el partido. El español mantuvo su velocidad de crucero y no tuvo piedad de un Thiem que acabó aturdido ante el vendaval.
Al ex número uno le espera ahora en la final Wawrinka, un jugador que cuando entra en estado de gracia es inabordable. Si en la final de 2015 fue Djokovic el que sufrió su tenis de todo o nada, ayer fue Murray.
Con su victoria, Wawrinka accedió a su cuarta final de Grand Slam. Infalible, ganó las tres anteriores —Australia 2014, Roland Garros 2015 y US Open 2016— batiendo en todas ellas al número uno del momento.
Mañana no tendrá enfrente al número uno del ranking, pero sí al número uno de arcilla.