Muy mínimo

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Muy mínimo

A raíz del anuncio de 15 por ciento de aumento al salario mínimo para 2021, circuló esta semana una gráfica con la evolución del salario mínimo de México (en dólares de 2015) durante los últimos 55 años. Me causó una profunda impresión porque generalmente tendemos a pensar que el nivel del salario mínimo (expresado en dólares) nunca ha subido y sólo se ha mantenido en niveles bajos y relativamente estables. Además, la gráfica mostraba un periodo extenso, los últimos 35 años, con un salario mínimo estancado que se debería mostrar a todo aquel que dice que “hoy no es el momento de subir el salario mínimo”; al parecer, nunca en los últimos 35 años ha habido “un buen momento”.

Bueno, esa gráfica generada con datos de Banco de México y la OCDE muestra que el salario mínimo pasó de unos 11 dólares el día en 1965 a un máximo de 21 dólares en 1975; sufrió una caída que lo llevó a unos $17 dólares por día en 1977 y regresando a 21 dólares en 1981. Y ahí, cuando aquel que “defendió al peso como un perro” (JLP) hizo de las suyas, todo se derrumbó. Para 1987 el salario mínimo diario se ubicaba debajo de los 5 dólares, logrando recuperarse con Salinas de Gortari hasta unos 7 dólares, justo antes del error de diciembre (que hoy cumple 26 años). Así, de 1995 a 2018 se mantuvo en un nivel de entre 4 y 6 dólares por día y cerrando por debajo de los 5 dólares en 2018 (rondará los 7 dólares otra vez en 2021).

¿Qué nos dice el salario mínimo? Depende a quién le pregunte uno. Hay quien lo desestima diciendo que en la muy amplia economía informal que tenemos no importa lo que digan las leyes o reglas sobre salarios. Otros dirán que son muy pocos quienes formalmente ganan un salario mínimo. Hay quien dirá que el salario mínimo no puede tocarse ya que impacta a la inflación y sería irresponsable causar inflación. El empleado quiere que suba; el empleador responsable quiere que suba junto con productividad; al gobernante que firma decretos y publica el Diario Oficial le parecerá una herramienta útil de política populista, simplemente saludando con sombrero ajeno, tal vez con buena intención, pero con un ojo en la siguiente elección. Muchos libros de economía parecen sugerir, en el laboratorio ilusorio del ceteris paribus, que un salario mínimo más alto genera desempleo (por cierto, en 2014, 600 economistas –incluidos siete ganadores de Premio Nobel– publicaron una carta dirigida al presidente y al congreso americano pidiendo un aumento de más del 30 por ciento subrayando que no existe evidencia de que un salario mínimo más alto tenga impacto negativo significativo en el nivel de empleo de trabajadores que ganan el salario mínimo). Y es probable que todos tengan un pedacito de razón, pero no la razón completa. Uno de los principales problemas que enfrentan quienes deciden sobre salarios mínimos es que rara vez tienen experiencia de primera mano acerca de lo que significa ganar esa cantidad de pesos. Como en muchas decisiones de política, los que diseñan las soluciones están viendo el problema desde muy lejos, ya sea en un escritorio en una oficina pública, en un puesto cupular representando a los empresarios de siempre, o en una oficina de universidad metido en regresiones econométricas peleadas con el mundo real. Lo mismo pasa con quienes opinamos al respecto y quedamos refugiados solamente en tanto sentido común como podamos conseguir.

A final de cuentas, podremos dudar de sus motivos, pero sería injusto cuestionar la urgencia de levantar los niveles salariales en México. Los tiempos para hacerlo, como vimos antes, en 35 años parece que nunca fue buen momento. Habrá decenas de ángulos que podemos encontrar de por qué no es razonable el aumento del 15 por ciento al salario mínimo para 2021 (un 60 por ciento acumulado desde 2019). Ya sea por falta de políticas integrales o de coordinación de política monetaria y fiscal (agregaría comercial e industrial); por el raquítico o nulo apoyo a PYMES; por la necedad y voluntarismo hueco que se percibe con frecuencia. Pero nos quedamos con estos datos duros: La OCDE hace un estudio a 32 países en el que México se coloca con el salario mínimo más bajo. El promedio de ese grupo en 2018 es 10 veces superior a México; el país con mayor salario mínimo (Luxemburgo) tenía un nivel 20 veces mayor al de México; Estados Unidos tenía en 2018 un salario mínimo 12 veces superior (en 2021 será “solamente” 8.5 veces mayor, gracias al aumento de los últimos años, y sin contar que los estados americanos tienen niveles más altos que el nivel nacional). Con el aumento de 2021, el salario mínimo serán unos 3 mil 650 pesos mensuales. Menos de 1 dólar por hora, comparado con más de 15 dólares en Luxemburgo. Mientras, nos quedamos con esta declaración reciente de Gustavo de Hoyos (Coparmex): “Sin base económica ni consenso, el gobierno impone un incremento desproporcionado del salario mínimo para 2021”.