Usted está aquí
Murió Ernst Fuchs, creador de una obra marcada por la religión y los mitos
Viena. Dibujaba y pintaba como en trance, se sumergía en mundos fantásticos y su creación artística apenas conocía límites. Ernst Fuchs fue pintor, escultor, arquitecto, compositor, escritor, filósofo, escenógrafo, diseñador gráfico y visionario... en una palabra, fue un artista total.
El hombre de los gorros de brocado –su seña de identidad– murió ayer a los 85 años en Viena, confirmó la directora del Museo Ernst Fuchs, Cornelia Mensdorff-Pouilly.
Me invaden conocimientos que no esperaba encontrar, escribió sobre su obra, marcada por la religión y los mitos. Fue conocido a escala internacional por ser cofundador de la escuela vienesa del realismo fantástico y se convirtió en uno de los artistas austriacos de posguerra más importantes, junto con Friedensreich Hundertwasser (1928-2000).
Este artista excéntrico, que fue dado a conocer por su admirado Salvador Dalí, tuvo 16 hijos con siete mujeres.
Sus referentes fueron Egon Schiele, Gustav Klimt y Pablo Picasso y su talento fue evidente desde muy temprana edad. Con sólo cuatro años era capaz de dejar sin habla a los adultos con sus dibujos a lápiz, contó en una ocasión el director de orquesta Friedrich Haider, quien lo conoció en su juventud.
Precisión monacal
Fuchs, a sus 19 años, creó delicados y meticulosos dibujos como La crucifixión y se le atribuía una precisión monacal. La descripción no era muy desatinada, pues de joven vivió en un monasterio benedictino en el monte Sión de Jerusalén.
Las obras de Fuchs pueden enmarcarse dentro del surrealismo y el manierismo y su temática abarca desde la simbología cristiana y judía hasta los sueños y visiones, pasando por las danzas de la muerte medievales, el gótico y el Renacimiento.
Creció como hijo único en un ambiente artístico en el seno de una familia judía. Su padre era ferviente admirador de Wagner e influyó en su desarrollo artístico. Entre 1946 y 1950 estudió en la Academia de Bellas Artes de Viena y en 1949 en París se le dedicó una exposición.
En la capital francesa conoció a Salvador Dalí, el maestro español del surrealismo, quien se convirtió en su mentor y lo apoyó en su carrera artística.
Fuchs se dio a conocer en el ámbito internacional en los años 60 del siglo pasado gracias a sus salvajes mundos de colores chillones repletos de mitos y Eros. En su obra hay numerosas esculturas de los años 70 y decorados para escenificaciones de óperas como Parsifal y La flauta mágica en Hamburgo o Lohengrin en Munich.
Más adelante grabó discos de inspiración mística y en 1982 escogió un centro comercial de Munich como escenario para una muestra multimedia sobre su obra.
En el museo que lleva su nombre cifran su obra más relevante en 500 lienzos y un número similar de aguafuertes y litografías originales. El éxito se tradujo en dinero para Fuchs, en cuyo garaje llegó a haber varios Rolls Royces dorados.
Al artista vienés le gustaba presentarse como un príncipe pintor que se dejaba seducir por las mujeres. Me veía asaltado por una embriaguez, un hambre de amor, como por una adicción, describió en una ocasión su vida amorosa. Aseguraba que para sus hijos siempre fue más una madre que un padre y que por eso lo llamaban mapa.
En 1972 compró la villa Otto-Wagner, en las afueras de Viena, y dedicó su talento arquitectónico a la construcción de la fuente Nymphäum Omega. La villa, que también fue su taller, es ahora un museo privado.
Entre sus defectos estaban la ira, la impaciencia y los celos, según confesaba. Y ni siquiera su avanzada edad pudo suavizar su temperamento y su carácter apasionado. Nunca le faltaron musas, modelos ni amantes, podía leerse en su web. Los contrastes marcaron su vida y su obra. Dios, Eros, la muerte y el demonio.