La carrera de Héctor Babanco (1946-2016)

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La carrera de Héctor Babanco (1946-2016)

El cineasta argentino-brasileño Héctor Babenco. Foto www.elnuevoherald.com
"El beso de la mujer araña", basado en la novela homónima del argentino Manuel Puig, es uno de sus filmes más famosos.
Tal vez mi inadaptación dentro de la sociedad -y no puedo culpar a la sociedad por esto-, es por el hecho de no ser ni una cosa ni otra, no ser argentino ni brasileño. (...) Y tampoco judío"...
Héctor Babenco, cineasta

El cineasta argentino-brasileño Héctor Babenco, uno de los realizadores más reconocidos en Brasil, murió a los 70 años, informaron hoy medios brasileños.

Babenco sufrió un ataque cardíaco en la noche del miércoles, señaló el diario "Folha de Sao Paulo" citando a fuentes cercanas al cineasta. Según el portal "Globo", el director de películas como "El beso de la mujer araña" (1985) y "Carandiru" (2003) estaba internado en el Hospital Sirio-Libanés de Sao Paulo.

Babenco, nacido en Mar del Plata como descendiente de judíos ucranianos y polacos, emigró a finales de los años 60 a Brasil, donde decidió dedicarse al séptimo arte tras conocer el movimiento del "Cinema Novo" brasileño.

"El beso de la mujer araña", basado en la novela homónima del argentino Manuel Puig, es uno de sus filmes más famosos. Babenco fue nominado a un Oscar como mejor director por la cinta que narra la amistad en la cárcel entre un activista político de izquierda y un homosexual, nominada también en 1985 al Oscar como mejor película.

Babenco se dio a conocer al público internacional en 1981 con la película "Pixote: A Lei do mais fraco" ("Pixote, la ley del más débil"), que narra la dura vida de un niño sin recursos en las calles de Sao Paulo. El filme le abrió las puertas para trabajar con la industria cinematográfica de Hollywood.

Héctor Babenco, el arte de sobrevivir contando bellas historias

El cineasta argentino-brasileño Héctor Babenco hizo del arte de contar bellas historias un arma para sobrevivir.

Fue así a sus 38 años, cuando se le diagnosticó un linfoma, y a los 40, cuando fue sometido a un trasplante de médula ósea. Y seguirá siendo así a través de su obra incluso después de su muerte hoy a los 70 años, víctima de un paro cardíaco.

Todas las películas del argentino nacido en Mar del Plata y descendiente de judíos ucranianos y polacos reflejan el dolor físico que marcó su vida y su sensibilidad ante el sufrimiento de los más pobres y segregados de la sociedad, en especial la de Brasil, país en el que vivió desde la década de los 60.

"Mi amigo hindú", su último largometraje, lanzado en septiembre de 2015, retrata su propio calvario de más de una década tras el transplante de médula.

En la ficción, su alter ego, encarnado por Willem Dafoe, conoce a un niño hindú que también se debate entre la vida y la muerte y ambos recurren a historias fantásticas para sobrellevar la situación.

Si quieres ver la película "El beso de la mujer araña"

El beso de la mujer araña"

En la vida real, Babenco se refugió en "contar historias" y "buscar la belleza", según reveló, para librar una "guerra contra la enfermedad".

Fue en medio de esa lucha que filmó dos de sus largometrajes: "Brincando nos campos do Senhor" (Jugando en los Campos del Señor, 1991), antes del trasplante, y "Corazón iluminado" (1996), un año después.

Antes había dirigido obras reconocidas por la crítica y la taquilla, como "El beso de la mujer araña" (1985), que fue nominada para cuatro premios Oscar; "Pixote, la ley del más débil" (1981) y "Ironweed" (Tallo de Hierro, 1987), con nada menos que Meryl Streep y Jack Nicholson como protagonistas.

También de sus intentos por sobrevivir nació otra de sus obras más memorables, la primera que rodó cuando estuvo seguro de que podría eludir la muerte: "Carandiru" (2003).

La historia se basa en un hecho real: el motín ocurrido en 1992 en el desaparecido penal de Carandiru, en Sao Paulo, en el que 111 presos fueron masacrados a mansalva a manos de la policía.

Escena de la película "El beso de la mujer araña", dirijida por Héctor Babenco
No veo la muerte como una ausencia definitiva de alguien. Las cosas buenas que uno dejó, quedan. La muerte no hace girar la rueda del mundo"
Héctor Babenco, cineasta

Tan ligada estuvo esa obra con su enfermedad, que fue su médico de cabecera quien hizo el puente entre Babenco y el horror de uno de los penales más violentos de Brasil.

El médico realizaba trabajos voluntarios en el penal, buscando crear conciencia entre los presos para que se cuidaran del virus HIV. Luego le contaba las historias que escuchaba al cineasta, que las escribió postrado en su cama de hospital. El trabajo conjunto dio origen a uno de los retratos más crudos de las cárceles brasileñas.

La versatilidad de la obra de Babenco, la diversidad de lenguajes, la transgresión creativa, todo lo que encantó a sus seguidores es fruto de la mezcla de las muchas culturas que corrieron por su sangre y pasaron por delante de su retina. Todo lo que según él lo convirtió en "un híbrido anarquista".

"Tal vez mi inadaptación dentro de la sociedad -y no puedo culpar a la sociedad por esto-, es por el hecho de no ser ni una cosa ni otra, no ser argentino ni brasileño. (...) Y tampoco judío", expresó el artista en 2015, en vísperas de abrir el festival de cine de Sao Paulo con su último filme.

Babenco no murió como deseaba, "dirigiendo una escena". Pero sí logró lo que a su entender era lo más importante: haber hecho imágenes de películas "que queden para siempre", según dijo una vez citando al cineasta Francis Ford Coppola.

"No veo la muerte como una ausencia definitiva de alguien. Las cosas buenas que uno dejó, quedan. La muerte no hace girar la rueda del mundo", afirmó, tal vez augurando lo inmortal de su obra.