Mujeres y provocación

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Mujeres y provocación

ESMIRNA BARRERA

Si nada más se tratara de los mecanismos utilizados para presionar a una mujer a tener relaciones íntimas (sexuales o no) porque se le antoja a un hombre que tiene sobre ella un poder económico, simbólico, afectivo o físico, y realizase actos específicos para convencerla, presionarla o forzarla, sería suficiente para castigarlo.

Considero un verdadero desafío que se nombre candidato de Morena a la gubernatura de Guerrero a Félix Salgado Macedonio, mismo que ha sido acusado por al menos cinco mujeres que tuvieron la desgracia de haber trabajado para él o coincidido en algún espacio social o político. El Presidente propone que se respete la presunción de inocencia: nada ha sido demostrado acerca de esas acusaciones. Así que el partido Morena sabe cómo escoger a sus candidatos y, ante todo, presume su inocencia. ¿Sin juzgarlo?

El recuerdo más viejo que tengo de ese señor tuvo lugar cuando era senador. Aparecía en una motocicleta con enormes cuernos de vaca: un senador en plena adolescencia, pues. La televisión lo tomó cuando violó el reglamento de tránsito y fue detenido por un policía de la Ciudad de México. Él, enfurecido, sacó su charola (credencial del Senado) y le mentó la madre diciendo que tenía fuero constitucional y “detenme si puedes”. Simplemente ese evento sería suficiente como para que quedara infamado y descalificado. Pero sobrevivió y siguió cobrando en varios puestos, recibiendo y gastando nuestro dinero.

No tengo claro si existe un proceso judicial en su contra basado en las acusaciones de las cinco mujeres a las que sometió para gozarlas sexualmente, o al menos intentó hacerlo. Es grave que se imponga a un delincuente como candidato; gravísimo que el partido que se ha destacado por su lucha contra la corrupción lo avale.

Hace ya muchos años apareció “El Pequeño Libro Rojo de la Sexualidad” publicado en Dinamarca y luego traducido a varios idiomas. Yo lo tuve, pero no lo encuentro. Era muy atrevido en sus consejos a las adolescentes. En general, los autores defendían la libertad absoluta de una chica para tener relaciones con quien deseara, incluso con varones mayores. Pero en su permisividad había algunas advertencias: en caso de que la relación, aún consensuada por la muchacha, se diera con algún hombre que tuviera una relación de poder espiritual, escolar u otro, ese hombre iría a la cárcel. Déjeme recordar: un sacerdote o pastor, un psicoanalista, un director de escuela, un instructor de educación física u otros que ejercieran un poder simbólico sobre la joven, no tendrían ni siquiera defensa.

No estamos en los países nórdicos ni sé si cambió esa legislación, pero desde la ética sigue siendo válido el rechazo total a una relación entre alguien que tiene poder y alguien que dependa de él. Sin la menor duda, Félix Salgado Macedonio no sólo tendría que ser alejado de la gubernatura, sino también sometido a juicio por esos actos perversos, dejando de lado sus relaciones con el narco y otros pecadillos de su autoría que se han ventilado en artículos y un libro. Salgado es parte de ese paréntesis del libro rojo, tan permisivo, pero que, a la vez, condena la presión de alguien hacia quien no puede defenderse.

Morena tiene tiempo para limpiar su rostro. No veo que ese candidato le otorgue ningún brillo, antes le generará rechazo. Advertimos el crecimiento de la fuerza femenina en todo el mundo. ¿No puede encontrar a alguien un poco más sensato? Es muy atrevido apoyarlo; es muy posible que pierda una vez más las elecciones en su estado. Y no es cualquier estado: Guerrero todavía no resuelve problemas viejos, como el del narcotráfico o la masacre de Ayotzinapa.

Félix Salgado Macedonio debe responder por sus crímenes, si los hay, y no se conocerán si no es sometido a juicio. Quizás, ¿quién sabe?, podría ser exonerado y recomendado para que ocupara la dirección de una escuela de niñas. Mientras tanto es preferible condenarlo de acuerdo a los datos que de él tenemos: afirma ser inocente, pero cinco muchachas dicen que no lo es.