Estados Unidos vive una epidemia de opiáceos devastadora. En 2015 se registraron más de 30 mil casos de sobredosis mortales por consumo de cócteles de heroína y otros productos derivados del opio.

Pero lo peor es que esta amenaza muta, cambia y se renueva, lo que causa desconcierto entre la policía, científicos y hasta a los usuarios, que cada vez tienen menos seguridad de lo que están comprando, de qué se están metiendo.

La última novedad es el descubrimiento de una mezcla conocida con el sobrenombre de 'Muerte Gris'.

La sustancia, que parece cemento, a veces se presenta compacta, a veces en polvo, incluye heroína, fentanil, carfentanil -un tranquilizante tan fuerte que se usa con tigres y elefantes- y un opiáceo sintético denominado U-47700 o Pink [Rosa] o U-4. Los consumidores se la inyectan, se la tragan, la fuman o la esnifan.

La toxicidad de dicho compuesto es tan alta que los investigadores afirman que es un auténtico peligro para la salud incluso con solo tocarlo, dado que se absorbe por la piel.

Por ahora su presencia no alcanza niveles nacionales. Ha sido detectado en los Estados de Alabama, Georgia y Ohio. Pero en Georgia se han registrado unas 50 sobredosis ligadas a la Muerte Gris en los últimos tres meses.

La nueva generación de cócteles de opiáceos ha impulsado una carrera química voraz que metamorfosea cada vez más rápido y con más peligro. Los adictos, convencidos de que compran heroína u otras mezclas que conocen, se exponen a sustancias desconocidas y para las que no existe ni un mínimo patrón de seguridad de consumo. 

Son como 'conejillos de indias' para los laboratorios del narco.

Una dosis de una de estas mezclas mortales se puede comprar en la calle a menos de 20 dólares.

Con información de El País