Muerte a destiempo
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Muerte a destiempo
No conocerá los altibajos de la adolescencia, no besará a nadie ni será besado en condiciones de romance, no alcanzará el fruto de los hijos ni conocerá de las alegrías y de las preocupaciones que van con su crianza. Saúl apenas tenía 10 años de edad y su vida fue truncada arteramente por la metralla de la delincuencia.
En México, los negocios turbios florecen en sitios en donde impera la miseria. Lugares inhóspitos como la colonia Arboledas de Mitras, en Santa Catarina, Nuevo León, a la que un grupo de hombres con armas de grueso calibre llegó para cobrar cuentas por drogas.
Un presunto vendedor de narcomenudeo de 44 años de edad se encontraba en su casa cuando fue acribillado. Los asesinos de inmediato se trasladaron a una cancha deportiva muy cercana de allí para matar a un niño de trece años y a cuatro jóvenes menores de 19 años. En esa colonia no sólo se sufre de la violencia, sus habitantes sufren también de la contaminación atmosférica más terrible de México.
A las 11 de la noche del sábado 9 de enero, Saúl González García casi llegaba a su vivienda del callejón Cañada Marruecos junto a sus padres y a sus cuatro hermanos. Repentinamente se escucharon disparos y mientras que la humilde familia corría a refugiarse al interior de su hogar, Saúl fue alcanzado por tres balas.
El lunes siguiente, Saúl tendría que haberse levantado a las seis de la mañana para asearse, recibir los alimentos del desayuno e irse a la escuela primaria en donde cursaba el quinto grado, pero los balazos lo impactaron antes.
La versión oficial fue que los hechos ocurrieron debido a un reacomodo de pandillas dedicadas al narcomenudeo. Un brillante funcionario público dijo que en la colonia había rezagos sociales, como si fuera un lugar de excepción. Ahora se sabe que uno de los asesinos fue policía del exclusivo municipio de San Pedro, Garza García.
¿Los autores materiales del asesinato fueron los culpables? No, no fueron los únicos culpables. Quienes producen las drogas y quienes las distribuyen también son culpables.
En los cientos de polígonos de pobreza que existen en México, mayormente en aquellos ubicados en la zona norte campean los esbirros medianos y pequeños de los cárteles de drogas que se enfrentan para determinar qué cártel domina a los otros.
Los jóvenes de estos lugares no vivieron su niñez a plenitud. A muchos se les puede ver con la mirada extraviada y el deseo de convertirse en narcos poderosos. Su modelo a seguir no son sus padres quienes trabajan en la economía informal, más bien son personajes como “El Chapo” a quien atrapó su egolatría y su ufano enamoramiento de una aprendiz de reina.
Los 10 mil millones de dólares que representaban las ganancias anuales del imperio de Joaquín “El Chapo” Guzmán, según la PGR y que son producto del narcotráfico serían la décima parte de los recursos económicos que pretenden dedicarse a partir del 2020 para apoyar a los países en desarrollo a enfrentar el cambio climático, según el Acuerdo de París.
Diez mil millones de dólares que representan millones de conexiones en una red enorme que llega hasta el narcomenudeo y que genera violencia como la que hace unas semanas cegó la vida del pequeño Saúl. ¿Hay algo más injusto que privar de la existencia a un infante?
Resulta patético pero en la Semana de la Moda de París un modelo portó una máscara con la imagen de Joaquín Guzmán, y la entrevista que se hizo a Sean Penn sobre “El Chapo” logró la máxima teleaudiencia. Glorificar a un enemigo de la salud pública es preocupante.
Hoy en día nos condolemos de los desastres que ocurren en las interminables guerras de Medio Oriente pero hay una guerra que está muy cerca de nosotros. La delincuencia parece esperarnos para sorprendernos con su mensaje de muerte.
Hoy elevo mi tristeza porque Saúl no estará más sobre la Tierra descubriéndose a sí mismo, ni jugará con sus hermanos, ni recibirá las caricias de su madre, ni escuchará los consejos de su padre, ni aprenderá más de sus profesores. ¡No más muertes antes de tiempo!