Usted está aquí
Muere el escritor francés Michel Tournier a los 91 años
El escritor francés Michel Tournier falleció ayer a los 91 años, según informaron medios locales citando a su familia y al ayuntamiento de Choisel.
Tournier, uno de los autores más importantes de Francia, logró renombre internacional con su obra "El rey de los alisos". Ambientada en Prusia oriental durante el nazismo, le valió el codiciado Premio Goncourt en 1970.
El primer ministro francés, Manuel Valls, elogió a Tournier como un "narrador excepcional". "Su obra perdurará", escribió Valls en su cuenta de Twitter.
Tournier, para quien leer era más importante que escribir, fue uno de los escritores más importantes de Francia.
"Escribir es como una artesanía. Yo soy un artesano de la literatura. No es una necesidad interna. Para nada. Podría dejarlo sin problemas", dijo el escritor, conocido por sus provocaciones.
Así, Tournier reclamó la pena de muerte para mujeres que hubieran abortado, lloró la caída de Alemania oriental y predijo su muerte para el año 2000.
Entonces, el autor de "Gaspar, Melchor y Baltasar" tenía 76 años y como su padre y su abuelo habían muerto a esa edad, él creía que debía seguirlos. "Setenta y seis años es una edad excelente para morir. ¿Para qué seguir más tiempo en este mundo?", dijo en una entrevista.
Con su predilección por los elementos míticos y la lengua alemana, el hijo de un matrimonio de germanistas se convirtió en un automarginado de la literatura francesa. En su obra autobiográfica "El viento paraclito", Tournier habla de la ocupación de la casa de sus padres por los alemanes.
Entre sus obras figuran Gilles y Juana", publicada en 1983, sobre el asesino de niños Gilles de Relais y la heroína nacional francesa Juana de Orleans, que durante una época fueron compañeros de lucha, además de "El urogallo", "Medianoche de amor" y "Los meteoros".
"Hay mucha gente que me odia por mi obra, porque soy un clásico y al mismo tiempo escribo cosas inauditas. Eso no pega. Pertenezco a la Académie Goncourt. Eso es como si fuera un mueble en el museo de la literatura. Pero escribo cosas que hacen que a las personas se les paren los pelos de punta cuando las leen. Y no entienden cómo se puede ser las dos cosas: un clásico y un alborotador", dijo.
Como no podía escribir en sociedad, Tournier se trasladó a Choisel, un pueblo de cien habitantes al sudoeste de París, donde vivía en una casa parroquial.