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¿Moralmente derrotado?

Moralmente derrotado es quien humilla la cabeza ante el jefe de la Casa Blanca al convertir a México, por la vía de los hechos, en un gran muro.

Moralmente derrotado es quien abandona a su suerte a 350 mil pequeñitos de las estancias infantiles o cancela los comedores comunitarios, en donde cientos de miles de mexicanos hambrientos se alimentaban con un plato de arroz y un puñado de frijoles, o insiste en cerrar los refugios para mujeres golpeadas cuando los feminicidios escandalizan a la sociedad, o cancela o reduce perversamente los presupuestos de los centros públicos hospitalarios y priva de medicamentos y de atención médica a niños enfermos de cáncer o a adultos víctimas de diversos padecimientos, y todavía se atreve a acusar a las farmacéuticas del pavoroso drama sanitario de México…

Moralmente derrotado es quien deroga la reforma educativa en un país de reprobados y se alía con la CNTE, la enemiga de la educación en México, o quien irresponsablemente crea incertidumbre en los mercados, paraliza la economía con sus terribles consecuencias, o quien dice gastar y gastar bien, cuando regala miles y miles de millones de pesos con fines clientelares para garantizarse una reelección en el 2024 prohibida por la Constitución, o lo está quien aduce contar con “otros datos” de imposible comprobación, divorciados, además de los resultados operativos proporcionados por su propio gobierno.

Moralmente derrotado es quien le arranca las costras históricas a la nación, la divide entre ricos y pobres en un escenario económico y social de injusta desigualdad, en donde existen 50 millones de mexicanos sepultados en la pobreza; o lo está quien afirma ser un “hombre de palabra” e incumple sus promesas de encarcelar a la “Mafia del poder” al llegar a la presidencia, o quien –ante su manifiesta incapacidad– culpa a otros gobiernos del disparo de la criminalidad, o asegura erradicar la corrupción y al mismo tiempo tolera que el 70 por ciento de las compras del gobierno se lleven a cabo por medio de asignaciones directas sin cumplir con las licitaciones establecidas en la ley, o lo es quien nombra a un “fiscal carnal” para impartir justicia selectiva y ejecutar venganzas personales sin construir un Estado de derecho.

Moralmente derrotado es quien humilla la cabeza ante el jefe de la Casa Blanca al convertir a México, por la vía de los hechos, en un gran muro para contener a los inmigrantes, cuando era el momento de unir a la patria y enfrentar a Trump con un gran sentido del honor para soportar el arbitrario aumento de los aranceles, o lo es quien no asiste por complejos psicológicos a los grandes foros internacionales en donde se discute el destino del mundo y el de México, o quien regala 100 millones de dólares a los países centroamericanos cuando tenemos 10 millones de compatriotas que calientan su comida, cuando la tienen, con leña, desforestando bosques y selvas, o lo es quien entierra casi 100 mil millones de pesos en el NAIM, a sabiendas que éste generaría 150 mil millones de dólares al año por la derrama económica de pasajeros y transacciones comerciales de la carga.

Moralmente derrotado es quien desafía a las casas calificadoras que advierten los peligros de la degradación crediticia, y todavía las reta al insistir en la construcción del tren maya y de la refinería de Dos Bocas, proyectos que nacerán muertos; o quien decapita al sector público cesando, sin indemnización, a los funcionarios que desahogaban las tareas burocráticas para provocar el inmovilismo y la corrupción en su propio gobierno; o quien cancela el internet en universidades y plazas públicas para controlar la información a través de 80 millones de celulares por medio de una empresa paraestatal; o lo está quien se deslinda extemporáneamente del gobernador electo de Baja California para medir la respuesta popular y despierta suspicacias respecto a sus intenciones de reelegirse violando la Constitución; o lo está quien interviene en forma encubierta en los medios de difusión para suprimir a los periodistas incómodos.

Moralmente derrotadas son la inmensa mayoría de los integrantes de Morena, un partido reaccionario, ultramontano e intolerante, encabezado por AMLO, quien dirige el acelerado proceso de destrucción de las instituciones y de la economía, hundiendo aún más a los pobres en la miseria y sin poder erradicar la corrupción, un cáncer que devora a México por los cuatro costados.

@fmartinmoreno