Mongolia recupera sus orígenes

Usted está aquí

Mongolia recupera sus orígenes

Miles de nómadas se han ido trasladando a las ciudades en los últimos años / Archivo
Con algo más de 3 millones de habitantes y ubicada entre Rusia y China, Mongolia está recuperando sus orígenes: Gengis Khan, el budismo, y la coexistencia de la vida nómada y la sedentaria.

MADRID.- Gankhuyag habla en un tono melódico y suave, casi como si estuviera leyendo tantras. El monje, de apenas treinta años, reside en el monasterio de Gandan de la capital de Mongolia, Ulán Bator, famoso por ser el único centro religioso que se mantuvo en pie durante la represión que sufrió el budismo bajo el régimen prosoviético mongol (desde 1921 hasta su derrocamiento en 1990).

Hace años decidió entregar su vida al budismo por muchas razones, pero destaca varias: el olor familiar del templo, el arraigo de las costumbres transmitidas por sus antepasados y la firme creencia en que debe enseñar cómo llevar otra vida más calmada e introspectiva.

“Mis abuelos vivían cerca de Gandan, así que para mí era natural venir aquí, donde todo, desde el espacio a su aroma, me resulta familiar y me hace sentir bien”, cuenta Gankhuyag durante un descanso de sus oraciones matutinas, en un soleado día de Ulán Bator.

Si Gandan, cuyos colores de estilo tibetano refulgen sobre una colina de la capital mongola, se ha convertido en señal de la resistencia del budismo en el país a décadas de hostigamiento, el joven religioso es símbolo de la vuelta actual a los valores tradicionales tras siglos de escasa autonomía.

ANTES LA RELIGIÓN ESTABA PROHIBIDA
Primero por estar bajo control chino, inicialmente a través del imperio manchú de la dinastía Qing y después del nuevo régimen republicano chino (finales del siglo XVII-1921) y, finalmente, por quedar como estado títere de la Unión Soviética hasta los 90.

La mera libertad de poder profesar sus creencias es motivo suficiente para que dos chicas, Narantuya y Narantungalag, ambas de 18 años, dediquen la mañana a rezar y pasear por Gandan.

“Antes la religión estaba prohibida. Ahora hay libertad y apertura para ser religioso”, afirma la primera. 

Su amiga asiente y revive cómo sus padres le contaban que “cuando eran jóvenes, resultaba muy difícil ser religioso (se estima que unos 10.000 monjes fueron ejecutados, otros 10.000 enviados a 'gulags' y más de 20.000 monasterios quedaron destruidos durante los años de régimen comunista), pero ahora está permitido y disfrutamos de ello”, asegura.

Encajado entre gigantes como China y Rusia, Mongolia lucha por preservar los estandartes que mejor definen a este país de menos de tres millones de habitantes: Gengis Khan, el fundador del imperio mongol en el siglo XIII -cuyo recuerdo intentó borrar el Ejecutivo prosoviético-, el budismo, credo de gran parte de su población desde hace siglos, y la coexistencia de la vida nómada y la sedentaria.

Tanto el aeropuerto como la marca de cerveza nacional o los mejores restaurantes y hoteles de lujo de Ulán Bator, donde viven casi la mitad de los habitantes de Mongolia, reciben el nombre de Gengis Khan, el histórico guerrero y conquistador mongol. 

Su omnipresencia, en forma también de retratos, estatuas y “souvenirs”, es incontestable desde que se aterriza en el pequeño aeródromo de la capital mongola, con una escasa lista de vuelos internacionales que suele incluir destinos de China, Corea del Sur o Rusia.

Efigies de Marco Polo, el célebre mercader veneciano convertido en leyenda por pasar más de 20 años al servicio del Kublai Khan, nieto del Gengis Khan y el último Gran Khan (fundador de la dinastía Yuan y emperador de Mongolia y China), también adornan plazas centrales de Ulán Bator. 

INSTALADOS EN EL JARDÍN CON LA 'YURTA'
En la urbe conviven modernas edificaciones, monasterios, santuarios budistas y centros comerciales de corte occidental con los llamados “distritos de las yurtas”, en los que viven asentadas familias de exnómadas que buscan su sitio en la ciudad.

Es el caso de Otgondolgor, quien hace poco se trasladó a Ulán Bator con su marido para cuidar de sus nietos. La pareja se trajo consigo la “yurta” -suerte de tienda de campaña que utilizan los nómadas de Asia Central- para acampar, literalmente, en la parcela de una de sus hijas, donde ahora viven en una especie de limbo entre el campo y la ciudad, sin lograr adaptarse del todo.

“Nunca pensé que viviría aquí”, cuenta la mujer mientras mece a su nieto en sus recios brazos y otras dos pequeñas corretean por la “yurta”.

Miles de nómadas se han ido trasladando a las ciudades en los últimos años y, desde mediados de los años 90 del pasado siglo Ulán Bator ha pasado de tener 500.000 habitantes, a cerca del triple, con actualmente unas 800 mil personas residiendo en los “distritos de las yurtas”, donde la rudimentaria estructura de las tiendas sobresale entre las casas de ladrillo, dotando de cierto aire de provisionalidad a la situación.

Así lo es para Otgondolgor, ferviente budista, quien no puede ocultar su nostalgia de la vida del campo y adelanta que un día regresará a la estepa, si se lo permiten sus nietos.

Allí, a unos 150 kilómetros de Ulán Bator, vive todavía Batbold con su mujer, dos hijos, unas 80 vacas, 150 cabras y ovejas y decenas de caballos que pastan a sus anchas por las verdes praderas. 

Su vida está repartida entre dos “yurtas” -provistas de paneles solares y antenas parabólicas- y los quehaceres del campo.

Su mujer y él saborean los últimos momentos de la vida nómada antes de pasar al sedentarismo por una razón distinta a la de Otgondolgor: el “dzud”, un fenómeno meteorológico que combina la sequía del verano con las cada vez más bajas temperaturas del invierno, provocando la muerte por inanición o congelación del ganado.

“La vida nómada ya no está garantizada”, dice Batbold, mientras ofrece leche de yegua recién fermentada por su esposa.

Batbold, un pastor nómada, explica en el interior de su yurta familiar el duro estilo de vida de esta profesión. / Archivo

FUTURO ECONÓMICO COMPLEJO
A pesar de que miles de nómadas mongoles están dejando atrás la vida rural, se trata de un cambio voluntario, a diferencia de lo que ocurre en la vecina China.

En las regiones con población tibetana -pueblo que también practica la vida ambulante- de la segunda economía mundial, las autoridades llevan a cabo programas de reasentamiento que han recibido las críticas de numerosas organizaciones por su presunto carácter forzoso.

Mongolia, en cambio, parece esforzarse en mantener vivas las costumbres que perfilan su identidad. Prueba de ello también es el llamado “festival Naadam”, que cada julio rememora el imperio levantado por Gengis Khan y celebra la independencia de la nación con la puesta en escena de vistosas competiciones de carreras de caballo, tiro con arco y lucha libre mongola, deportes muy respetados y practicados por la población.

De hecho, tres famosos luchadores consiguieron un escaño en las elecciones legislativas del pasado 29 de junio, que dieron una holgada mayoría absoluta al Partido Popular de Mongolia (PPM). 

Como estaba previsto, los comicios dieron lugar a un cambio en el Gran Hural (Parlamento), con Mongolia al borde del estancamiento económico debido a la caída de los precios de las materias primas y a la ralentización de China, su principal socio comercial.

Muchos de los nuevos parlamentarios eran críticos acerbos de las “ventajas” concedidas a China a la hora de explotar los recursos mineros del país, su principal fuente de riqueza, con compañías de la potencia asiática llegando a controlar el 70 por ciento de los recursos mongoles, según un reciente informe de la consultora Gavekal.

El Gran Hural, no obstante, se enfrenta ahora al reto de cómo gestionar las relaciones con China para no perder a su principal socio comercial, mientras busca otros mercados y reflota a la maltrecha economía.

Todo mientras diseña el futuro de una nueva Mongolia budista, nómada y patriótica que esté más cerca de la “vieja” que nunca. 

El dato
> Las llanuras y colinas de Mongolia están sembradas de yurtas, las viviendas tradicionales portátiles de los pastores nómadas, que viven rodeados de sus rebaños de caballos, vacas, ovejas y cabras.