Momento de madurez social; la prueba ante la reactivación económica

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Momento de madurez social; la prueba ante la reactivación económica

Hace tres meses. De marzo a junio, una buena parte de la población ha vivido prácticamente en el confinamiento debido a la pandemia, pero otra parte hubo que salir a las calles para continuar actividades y lograr así el sustento diario: el 50 por ciento de los mexicanos que vive al día tuvo que ingeniárselas del mil maneras para poder sobrevivir a un aislamiento que condenaba a la escasez de alimento. Muchos no lo lograron y ello se derivó en lamentables suicidios.

Los que hoy empiezan a salir, que estuvieron confinados por los tres meses, estarán dando pruebas de que realmente han entendido lo que significa la responsabilidad y la disciplina en una época como la que estamos viviendo. Empatía, solidaridad, compromiso social, interés, preocupación por el otro. Nada fácil para un altísimo número de personas, por desgracia.

Lamentablemente, aún dentro del encierro, fuimos testigos de que falta mucho para que esta sociedad pueda graduarse de todos estos deseables valores. Decepcionante fue observar las filas y filas de personas esperando conseguir cerveza, en momentos en que todos debían estar en los hogares, donde resultó evidente que les era imposible abstenerse de ella. Pero si eso fue decepcionante, en grado sumo lo constituyó que se llevaban niños en el momento de hacer la espera. Niños. Que debieran ser protegidos por quienes se supone están bajo responsabilidad paternal y maternal, y alguno hasta fue visto cargando una caja conteniendo cervezas. En fin.

Niños y adolescentes cumplieron con sus obligaciones escolares, y desde su mundo se les echó encima uno incomprensible. Debieron confinar sus juegos en hogares en muchas ocasiones minúsculos, y hoy por hoy han de estar saliendo esta semana gradualmente también, en la medida de que sus padres lo hacen por obligaciones laborales. Algunos tendrán que permanecer solos en los hogares o llevados con los abuelos, mientras sus padres regresan al trabajo.

¿Qué hemos aprendido del confinamiento? ¿Qué lecciones han aprendido los hijos? A veces, entablar comunicación con los adolescentes se vuelve para muchos un reto. Fijar protocolos y establecer lineamientos puede ser escuchado con los ojos del adolescente mirando al techo.

Sin embargo, es indispensable que la sociedad lo haga, que los padres lo hagan, que cunda el ejemplo y cuanto mejor informados, mejor enfrentados a una pandemia con la que hemos convivido y lo seguiremos haciendo.

Hay un video reciente de un paramédico de Nuevo Laredo, Tamaulipas, que llevó a su hija un obsequio y flores el día en que cumplía 15 años. Tanto él como ella protagonizan, en las afueras de lo que parece su hogar, el emotivo momento del encuentro a distancia, pero resulta todavía más conmovedor cuando cada uno por separado ejecuta los pasos del vals con la canción de fondo de “No crezcas más”.

Él propone los giros que ella realiza como si en verdad estuvieran haciéndolo en su fiesta, mientras uno y otro se acomodan el cubrebocas.

Ambos conocen de cerca el rostro terrible de la enfermedad que ha asolado al mundo. Ambos están conscientes de que no pueden abrazarse y bailar juntos. Esa conciencia llevó al padre a idear el ingenioso y conmovedor festejo. Y a la jovencita a seguirlo.

Este es el momento, en esta semana de gradual apertura, para que padres e hijos acepten el reto de una convivencia diferente fuera del hogar, que se reflejará en el entorno inmediato y se expanderá como una onda en el espejo del agua al tener el contacto con un objeto.

Momento de madurez social.

OFELIA REYES AGUIRRE

Una gentil dama que no dejaba nunca la generosa sonrisa. Asidua de centros culturales y museos, era ella una poeta que dejó su obra grabada en discos y en los corazones de todos nosotros.

Falleció la semana anterior y deja un dulce recuerdo para todos quienes la conocimos. Descanse en paz.

MARÍA C. RECIO