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Moctezuma tenía un zoo, dice arqueólogo
CDMX.- Cuando llegaron a Tenochtitlán en 1519 los conquistadores españoles se fascinaron con una construcción de unos 540 metros cuadrados que colindaba con el palacio de Moctezuma.
Según relatan los cronistas, entre ellos el propio Hernán Cortés, los aztecas guardaban ahí todo tipo de animales para el deleite visual del gobernante y de sus invitados: lobos, pumas, jaguares, aves, sapos, ranas y serpientes, por mencionar algunos.
La “casa de las fieras”, como los colonizadores se referían a este espacio, tuvo el mismo destino que las demás edificaciones de la gran urbe mexica: los conquistadores la destruyeron para construir la capital colonial del virreinato de Nueva España.
La ausencia de vestigios ocasionada por las demoliciones levantó preguntas sobre uno de los espacios más curiosos que existían en la ciudad prehispánica.
Moctezuma tenía un zoológico, pero, ¿qué zoológico tenía Moctezuma? O dicho de otra forma, ¿puede considerarse la “casa de las fieras” como así tal cual lo conocemos hoy?
Aunque este espacio sí se usaba para el goce del mandatario y de otros habitantes del palacio, Israel Elizalde Mendez, arqueólogo miembro del proyecto de excavaciones en el Templo Mayor de la Ciudad de México, argumenta que no se puede aplicar la idea de un zoológico actual.
Esto ocurre porque investigaciones realizadas en los últimos años han revelado que la principal función del espacio era más religiosa, que de preservación y observación de las especies.
Por eso, los arqueólogos preferieron llamarlo vivario, que significa lugar de vida.
“Hemos visto que la mayoría de los animales se utilizaban para rituales y en sacrificios en el Templo Mayor (de Tenochtitlán) o en algún otro lugar”, explicó el arqueólogo, quien publicó en la última edición de la revista Arqueología Mexicana un artículo con los principales resultados de su investigación sobre el tema.
Elizalde contó que los maestros artesanos mexicas también acudían al zoológico de Moctezuma para obtener plumas, huesos y pieles para la producción de bienes de prestigio.
Una de las principales evidencias sobre cómo los aztecas trataban a los animales encerrados en el vivario surgió tras los análisis de huesos hallados en el templo. Encontraron ejemplares óseos con huellas de enfermedades articulares que son comunes entre animales que se encuentran en cautiverio. Además, los huesos también tenían marcas de enfermedades infecciosas, lo que indica que recibían continuos cuidados de seres humanos para sobrevivir hasta el momento de la ceremonia religiosa.
“Lo que sabíamos antes era que había una gran diversidad (en el vivario), pero ahora conocemos cuales especies podemos asegurar que estuvieron ahí en cautiverio. Por otra parte, conocemos el cuidado y la selección que las personas responsables por este lugar tenían”, comenta Elizalde. El arqueólogo afirma por ejemplo que entre los vestigios encontrados hay huesos fracturados de rapaces. “Las alas eran fracturadas para que las aves no volaran. Esto nos habla de un conocimiento anatómico que tenían los cuidadores en Tenochtitlán.
Porque tampoco fracturaban partes que acabarían con la vida del ejemplar”, concluye.
Pese a que muchas de las descripciones del Siglo 16 sí cuadran con las evidencias encontradas durante las excavaciones, hay relatos históricos de aquella época que los arqueólogos creen imprecisos o que aún están por comprobarse. Hay crónicas que mencionan que en el vivario se guardaban osos, bisontes y puercos monteses, especies que nunca se han hallado en las excavaciones del templo.
Orígenes
-Israel Elizalde cuenta que una de las hipótesis para las imprecisiones encontradas en estas crónicas es el hecho de que los conquistadores se toparon en el vivario con animales que no habían visto nunca en Europa.
-Por eso no les quedaba más remedio que describir a los pumas como un tipo de león, o señalar a los jaguares como tigres.
-“Ellos estaban describiendo una naturaleza nueva a partir de la naturaleza que conocían”, explicó el arqueólogo.