Mis ‘conspiranoias’
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Mis ‘conspiranoias’
El propósito de La asociación ES evitar que vayamos al Infierno por permitiR que chicos gay y las muchachas ‘Levis’ se casen Y CRÍEN HIJOS y críen hijos
Se dice que la hembra del asno no solía ser de naturaleza circunspecta, recelosa y desconfiada, pero la reiteración de experiencias negativas terminó por
quebrantar su habitual candidez.
Así yo, me he vuelto más “conspiranóico” que el dirigente de Morena. En todos lados veo complot (yo comploto, tú complotas, ella complota, vosotros complotaréis).
Ahora, en aras de que entienda de qué carajos estoy hablándole, dispense por favor la siguiente monstruosidad morfológica: el verbo “googlear”, que significa introducir con fines de investigación un criterio en este poderoso motor de búsqueda cibernético.
Le suplico que “googlee” en su equipo móvil u ordenador Frente Nacional por la Familia.
Para mí fue una sorpresa descubrir que tal frente no existía hasta hace unos meses. Y lo sorprendente no es que sea un movimiento nuevo, sino que a pesar de ello cuenta con un poder de convocatoria que ya lo quisieran el PT y otros partidos con su registro en vías de extinción.
No hay en la dirigencia del dichoso frente una personalidad reconocible, al menos no por mí (aunque se atribuye su formación al KKK azteca, el tenebroso Yunque) y sin embargo, de un día para otro recibe toda la cobertura mediática que necesita y organiza una marcha simultánea en un centenar de ciudades de la República.
El propósito de esta asociación, que no sabemos quién auspicia (su sitio web no disipa dudas sobre si accede a recursos como ONG o recibe aportaciones voluntarias) es, como ya sabe, evitar que vayamos todos al Infierno por andar permitiendo que los chicos gay y las muchachas “Levis” se casen y críen hijos, porque lo que la niñez mexicana ocupa crecer en los valores y es obvio que estos valores sólo los puede procurar una persona heterosexual.
Los simpatizantes de este movimiento rechazan al inicio de cualquier intercambio el ser homofóbicos. No lo son, nomás no quieren que las personas con preferencias distintas a las de ellos gocen de todos sus derechos civiles. Queda claro que no son homofóbicos, sino retardados.
Pero olvidémonos por favor de los postulados del Frente Fascista por la Familia, y dejemos de lado si acaso comulga con sus principios o si por el contrario sí le rueda la canica.
Lo que me llama la atención, le insisto, fue su inusitada aparición y poder de convocatoria, la atención que recibe y la respuesta obtenida.
Olvídese incluso de la marcha, me refiero a lo oportunamente que este brete cambió el “trending” o las tendencias de todo lo que se discute, debate, alega y despierta furor en internet, y que hasta hace unos días era la catástrofe diplomática que resultó de la visita de Donald Trump a México.
Una marcha insulsa (que alguien definió como la “Marcha del Orgullo Güey), sin un objetivo claro, más que “apoyar al matrimonio tradicional”, como si alguien quisiera arrebatarles sus sueños de formar un hogar modelo, con una mamá histérico-fodonga, un padre adicto a la cheve y al futbol y dos hijos horrorosos.
El caso es que la tal marcha sin argumentos ni sustancia le hizo el quite perfecto, al menos en las redes, a la administración de EPN en su semana más oscura, luego del Incidente Trump y de un Cuarto Informe más acartonado y a modo que las “bromas” de la Risa en Vacaciones.
Otra vez, no se trata por hoy de discutir nuestra posición en el machómetro (es decir, nuestra postura respecto a los derechos de los ciudadanos homosexuales), ni tampoco de seguir recapitulando el apabullante ridículo internacional al que nos sometió nuestro brillante Comandante Supremo.
Lo que me tiene trasnochado haciendo conjeturas es lo perfectamente acompasados que parecen los eventos para que cada pifia, desatino, disparate, despropósito o burrada de nuestro Mandatario (y amigos que lo acompañan) se vea eclipsada por un evento inmediato que nos embelesa y nos impide llegar a una reflexión profunda.
Bueno, ya hasta el deceso de Juanga me parece que entró en sincronía perfecta con esta danza del olvido perpetuo y la desmemoria colectiva.
Y si acaso el Estado no tiene la malicia de fabricar un distractor (un chupacabras mediático) sí la tiene sin duda para avivarlo, para nutrirlo y magnificarlo con el perverso propósito de que nos enredemos para siempre en una argumentación bizantina en este cibernético Babel posmoderno.
De manera que nuestra sociedad está condenada a no dar el salto de la reflexión inicial a la toma de acciones y decisiones.
Así que si usted me lo pregunta: “¿Conspiranóico?”
¡Sí, un poco! ¿Por qué? ¿Quién quiere saber? ¿Para qué?