Mirador 27/11/19
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Mirador 27/11/19
San Virila salió de su convento y tomó el camino que llevaba al pueblo. Iba a pedir por caridad el pan para sus pobres.
Cerca de la aldea vio a un niño que lloraba porque su gatito había subido a un árbol y no quería bajar. El pequeño vio al santo y le pidió, suplicante:
-¡Por favor, haz el milagro de que el gatito baje por el aire y llegue hasta mis brazos!
San Virila podía hacer ese milagro, y aun otros mayores, pero le respondió al chamaco:
-Sube tú al árbol y bájalo.
-No puedo –respondió el niño.
-Sí que puedes –lo animó San Virila–. Vamos, sube.
Con esfuerzo subió el chiquillo al árbol y bajó al gatito.
Le dijo entonces San Virila:
-¿Lo ves? Los mejores milagros son los que haces tú mismo.
¡Hasta mañana!...
Armando Fuentes Aguirre