Mirador 23/01/16

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Mirador 23/01/16

Iba la lechera con su cántaro al mercado. En eso gritó un pastor:

-¡Que viene el lobo! ¡Que viene el lobo!

Al mismo tiempo un burro tocó la flauta, y pasó por ahí una cigarra que cantando pasó el verano entero.

Un fabulista vio a la lechera, al pastor mentiroso, al burro y la cigarra, y se llenó de confusión. Todos esos personajes no pertenecían a la misma fábula. ¿Cómo explicar el hecho de que anduvieran juntos? Sobre todo ¿qué moraleja se podía sacar de su presencia ahí?

No soy un fabulista. Las moralejas me disgustan. Aun así busqué alguna enseñanza en ese revoltillo. Creo haber encontrado una. En el mundo y la vida hay gente de todo orden. Y de todo desorden también. Así es el mundo. Así es la vida. Pretender que todos sean como tú y compartan tus mismas moralejas es desconocer esa inmensa variedad de modos de pensar y de sentir. En presencia de la lechera ilusa, del pastor mentiroso, del burro que por casualidad tocó la flauta y de la cigarra imprevisora, lo mejor que se puede hacer es ejercitar las virtudes de la tolerancia y de la comprensión.

Eso no es moraleja. Es simplemente humanidad.

¡Hasta mañana!...