Mirador 14/11/15

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Mirador 14/11/15

Un niñito visitó el cementerio de la ciudad en compañía de su padre.

Con profunda atención el pequeño leía las lápidas de las tumbas. De pronto preguntó:
-Papi: ¿y dónde entierran a la gente mala?

 La frase latina enseña: “Nil nisi bonum de mortuis dicere”. De los muertos no se debe decir sino lo bueno. De ahí la manida expresión que usa quien se expresa mal de alguien que partió ya de este mundo: “Hablo de su vida, no de su muerte”.

De los muertos es fácil hablar bien: no nos hacen ya la competencia. En tratándose de los vivos la tarea es más difícil. Y son ellos mismos los que la dificultan más. Murió una chica de la llamada vida alegre, que a veces es tan triste. Una de sus compañeras hizo su elogio funeral y dijo: “Nuestra inolvidable amiga podía tomarse una botella de ron de un solo trago, y daba buena cuenta de diez hombres en una sola noche”. “¡Caramba! –exclamó acongojada una de las presentes-. ¡Tienes que morirte para que alguien hable bien de ti!”...
¡Hasta mañana!...