Llegó sin avisar y me dijo:

Soy el número uno.

La experiencia me ha enseñado que quienes dicen ser el número uno rara vez tienen las cualidades que se necesitan para ser el número uno. Así pues le contesté:

–¿Trae alguna identificación?

 Me mostró una credencial en la cual, efectivamente, se leía: “Número 1”.

–Lo siento –le informé–. Antes que usted están el 01, el 001, el 0001, el 00001 y así sucesivamente hasta llegar a una infinidad de ceros antes del número uno.

Él se apenó bastante. Me dijo:

 –No lo sabía. Eso quiere decir que nadie es el número uno.

 –Tiene usted razón –le respondí–. Nadie es el número uno.

¡Hasta mañana!....