Mirador 10-01-2016
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Mirador 10-01-2016
Hay niebla en el Potrero de Ábrego. En su grisura han desaparecido los altos picos de la montaña que llaman de las Ánimas. El mundo se duerme de neblina. Cae una lluvia mansa, y todo está en silencio.
Un visitante me dice, malhumorado:
—¡Qué feo día!
Pienso yo:
—¡Qué día tan hermoso!
Ahora estoy en mi recámara. En el cristal de la ventana he puesto el vaho de mi aliento, y en él he dibujado con el dedo un corazón. La más pequeña de mis nietas ve el dibujo y me pregunta:
—¿Qué es eso, abuelo?
Le contesto:
—Soy yo.
¡Hasta mañana!...